¿QUÉ SUCEDIÓ CON DAVID? OCHO DÉCADAS SIN RESPUESTAS

Han tenido que pasar ocho décadas para que Pepita Morenza supiera lo que sucedió a su hermano David, y saber de su fusilamiento en 1936. La familia del sargento David,  destinado en Ceuta, recibió en su casa de Santander, el 16 de noviembre, un escueto telegrama “fallecimiento su hermano sargento de este batallón”.   

Desde ese momento preguntaron, indagaron, para saber en que circunstancias fue la muerte de David, pero nada supieron de su  muerte. Debido a la guerra, no podían trasladarse a Ceuta, para saber más datos, y las circunstancias de su repentino fallecimiento, ni dónde fue sepultado. Una vez finalizada la contienda, el miedo  hizo que la familia de Pepita guardara silencio, en ese tiempo falleció su padre, estaba sola. Otro hermano suyo, Severino, también militar, estaba luchando a favor de la República.

david
Sargento David Morenza

Pepita y su familia tenían una clara vinculación con las ideas de libertad, lo perdieron todo. No les quedaba nada, solo el miedo, los recursos económicos estaban desapareciendo, pese atener una vida de trabajo. A nivel social existe la falsa idea de que la República, con sus ideales de libertad y democracia, era sólo apoyada por el campesinado y el proletariado. Sin embargo, no es así; una parte importante de la clase media también se mantuvo a su lado y, lo que es más importante y debemos poner en valor: una parte importante del Ejército.

Han tenida que pasar ocho décadas  para que la familia Morenza, pusiera memoria a esta historia. Se pusieron en contacto conmigo en busca de datos, tras visitar los archivos militares de Ceuta pude obtener el consejo de guerra, les conté los hechos y les pasé una copia del procedimiento, ocho décadas después ya sabían que le pasó a su hermano. Me trasladé al cementerio de Tetuán pero no encontré su tumba…

En esta triste historia existe una protagonista importantísima y gracias al incansable trabajo de la escritora e investigadora gallega Gemma Vázquez, que tras muchos años, ha ordenado las piezas de este terrible puzle.

plaza españa tetuánEn una pensión de la plaza de España en Tetuán, estuvo escondido esperando acontecimientos tras el golpe del 36.

Sublevación militar

Al caer la tarde del 17 de julio de 1936, David estaba de guardia en el acuartelamiento de Rekaima, en las afueras de Tetuán. Al ver el movimiento de tropas comprendería que una parte del ejército se ha sublevado contra el gobierno constitucional de la República. Al terminar su servicio, sobre las 9 de la mañana del 18, permaneció en el cuartel hasta las 12 horas, aguardando al cajero, capitán Luis Ferrer, para solicitar un anticipo de cincuenta pesetas, que obtuvo.

El 18 de julio, estuvo todo el día en el café Imperial, esperando acontecimientos. David, al comprobar que Tetuán está tomado por los sublevados decide no incorporarse al cuartel y se hospeda en una pensión, y esperar acontecimientos. Antes se llegó a su casa para coger el dinero que tenia ahorrado y algunas prensas de paisano.

Desde el 22 de julio, por parte de sus jefes, se ha ordenado una orden de busca y captura, su casa es registrada, se le encuentra bastante documentación sobre las denuncias que había formulado contra varios oficiales de su regimiento por atropellos y mala gestión en el cuartel. Algunos de los cuales serán miembros del tribunal del Consejo de Guerra que lo condenará a muerte.

En la madrugada del 29 al 30 de agosto  de 1936, David es detenido por personal de la jefatura local de policía, en el piso último de la pensión de la plaza de España, cuya dueña son Remedios Pro y Ana Fernández Pro, siguiendo indicaciones confidenciales, hallándosele escondido debajo de una cama.

Tras su detención el 30 de agosto de 1936, se comienza la causa que dará lugar al consejo de guerra, donde el inspector de política indica “… parece que su ideología política es de izquierdas sin poderse determinar matiz de la misma, pero sus contertulios de café eran de significación de izquierdas”. Se le acusa del delito de deserción frente al enemigo y abandono de destino. El 3 de septiembre de 1936, a las 6,30 de la madrugada fue fusilado en la zona conocida de Tetuán como paseo de las Palmeras.

Fue secretario del Juzgado militar en Ceuta

David Morenza, se incorpora al ejército con 17 años, en 1923, procedente de la clase de paisano. En agosto de 1924 ascendió a Sargento de Infantería, siendo destinado a Ceuta, al Regimiento de infantería del Serrallo nº 69, (actual campus universitario). Estuvo luchando en diferentes frente, Ben-Karrich, Tasarines, Beni-Madam, Tazarinas, Zoco Arbaa…

Recibió la Cruz del Mérito Militar con distintivo bicolor. En 1927, era el secretario de causas en el juzgado militar de Ceuta. Hasta que en 1935 fue destinado a la capital del protectorado, Tetuán, al batallón Cazadores de Ceriñola nº 6. En noviembre lo visitan su hermano y padre.

David tenía dos hermanos Severino y Pepita. Su madre, Josefa,  era natural de Santander, hija de José, un marino mercante que llegó desde Huelva en busca de fortuna y de María, fallecida joven. Su padre, Severino, era natural de una pequeña aldea de Ourense: San Cosmede, sus padres, Inocencio y Vicenta, eran labradores, por lo que, siendo Severino el mayor de cinco hermanos, poco pudo asistir a la pequeña escuela del pueblo. Severino, el padre, en sorteo de quintas celebrado en su municipio en el mes de abril del año 1883, es alistado para el servicio del ejército. Desde ese momento no lo abandonara jamás.

Participó en la guerra de Cuba, de donde regresó con una extrema delgadez, consecuencia del paludismo,  un par de Cruces pensionadas y el grado de teniente. Se retiraría como comandante, en el año 1926. Disciplinado, en ocasiones autoritario, fue un hombre que se forjó a sí mismo. Cuasi analfabeto a su entrada en el ejército, acabó desempeñando puestos de responsabilidad como secretario del Gobierno Militar de Palencia. Severino y David siguieron los pasos de su padre, aunque con resultados muy diferentes. El hermano de David, Severino se incorpora al ejército en 1920, ingresando en el Regimiento de Infantería Saboya nº 6, con base en Madrid. Los dos coincidirían en sus respectivos regimientos en el Protectorado Español de Marruecos.

GEMMA VÁZQUEZ

HA SIDO COMO TOCAR LA HISTORIA Y RECONOCER SUS SILENCIOS “

GEMMA Nieves Morenza junto a la escritora Gemma Vázquez

La escritora Gemma Vázquez, después de muchas entrevistas con los familiares, rebuscando en los archivos, biblioteca… pudo unir las piezas de un complejo puzle. Ella se pregunta en voz alta… ¿Y cómo llegué a investigar? Sucedió una de esas casualidades maravillosas que tiene la vida: Un día, en una reunión de un grupo de teatro al que pertenecemos Nieves Morenza y yo (a Nieves la conozco desde que yo era pequeña, ella es mayor), habló algo de un primo de su padre piloto militar, periodista, que desapareció en el 39. Nadie, excepto yo,  prestó demasiada atención. Recuerdo que alguna de las mayores dijo lo de siempre: “Deja esas cosas viejas que no interesan”.

Le hice preguntas, me contó algo y le pedí que me enseñara los documentos y fotos que tenía, que me interesaba el tema. En aquel momento me dijo que sí, pero así se quedó. Se olvidó el asunto. Hasta que un tiempo después, ante mi insistencia, me enseñó los recortes de periódico, las fotos, las cartas… Para mí fue como tocar la Historia, como acariciarla con las manos, reconocer esos silencios allí, en aquellos papeles viejos; en las cartas de Severino a su hermana; en las cartas de José desde la prisión a su hermana Aurora.

«Entonces le dije que iba a buscar a Severino. Me habló de David. Pues voy a buscar a David también. Me habló de su padre. Pues voy a investigar también. Fue algo repentino. No sé porqué lo dije, no puedo dar una razón… tal vez empecé, por qué se ha convertido en una obsesión y por qué sigo hurgando. Quizás a través de Severino, David, José, de Pepita…voy descubriendo la historia de mi país, que al fin y al cabo no es más que la historia de la sociedad en la que vivo, no es más que la historia de mi familia, también. Voy descubriendo las falsedades sobre las que se ha asentado mi educación. Mientras más averiguo, más tengo la sensación de vivir en un territorio desconocido, lleno de incertidumbres. La transición, el 23F, la Monarquía, la Constitución. Son cosas que están ahí, pero ya no me generan ni seguridad ni certeza. No lo digo como que, la inseguridad ante el relato de acontecimientos o hechos sobre los que se construye una identidad, sea algo malo. No, para mí es al contrario, me ha hecho avanzar más. Intentar ir más allá de lo que me han contado y, sobre todo, de lo que me han dejado de contar,  genera más preguntas y la búsqueda de más repuestas, sin embargo, a la vez, me da seguridad para intentar crear una visión que dé forma a esos 80 años de vacío, de desmemoria, de “no hables, no preguntes”. Supongo que en eso consiste la Memoria Histórica».

Ochenta años guardando un telegrama 

La hermana de David Moreza, guardaba en lugar preferente el telegrama que recibió con la trágica noticia, un 16 de noviembre de 1936, según cuanta la familia cada vez que lo leía se preguntaba por el paradero del cuerpo de su hermano y sobre lo que le sucedió. Pepita, nunca supo dónde estaba enterrado su hermano, ni las causas exactas de su muerte.  La madre de David había fallecido en 1932 y el padre en 1939. Según las cartas de Pepita, sumido en la desesperación y la tristeza por sus hijos (David fallecido, sin conocer las causas, ni el modo, y Severino desaparecido durante la guerra civil).

TELEGRAMA

Respecto a David, sus primos le recuerdan con muchísimo cariño: “Cuando venía al pueblo traía una maleta llena de libros y enseñaba a los niños del pueblo a leer y les dejaba libros”. Pepita, la hermana, falleció en 1978. Llevaba más de 20 años encamada, sin salir de su habitación. La cuidaron sus primos José y Aurora, y la hija de José: Nieves, persona que ha sido pieza fundamental al facilitar a Gemma Vázquez toda la documentación y datos. José, el primo y padre de Nieves, era guardia de asalto el 18 de julio. Luchó en el bando republicano, en el frente de Asturias. Escapó a Francia. Volvió a entrar por los Pirineos. Participó en la Batalla del Ebro. Detenido, juzgado, condenado a muerte, preso en la cárcel de Ocaña… No regresó a su pueblo hasta 1943.

Como el sargento David Morenza,  hubo otros muchos ciudadanos de a pie que no aparecen en los libros de historia, fueron héroes anónimos que lucharon por un país en democracia y en libertad y lo pagaron con su vida. La capital del Protectorado, en aquella tarde del 17 de julio de 1936, los dirigentes políticos y sindicales tetuaníes, tras tener conocimiento de las primeras noticias de la sublevación en Melilla, se reunieron en el Centro obrero republicano, situado en la céntrica calle de La Luneta. Su presidente, el maestro nacional Elíseo del Caz Mocha, organizó patrullas para que recorran la ciudad e informen de los movimientos de las tropas, y estos a su vez lo comunicarían al Alto Comisario, leal a la República.

Cada patrulla se componía de cuatro personas y el dirigente Tomás Ureña, -oficial de hacienda-, era el encargado de recibir los informes. Hasta la medianoche del 17 de julio estuvieron realizándolos. Sobre 00,30 de la madrugada del 18 de julio, tropas de Regulares, asaltan el Centro Obrero, en su interior se encontraban unas trescientas personas, deteniendo a todos y permaneciendo la noche allí encerrado hasta que por la mañana, comenzaron a tomar declaraciones, la mayoría fueron enviados, primeramente a la cárcel europea y con posterioridad al Campo de concentración «El Mogote«, donde cerca de 200 fueron fusilados.

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