Entre el Ritz y la Tahona

En la plaza, donde hoy está el Colegio Lope de Vega, se ubicaba el popular Café Ritz, propiedad de mi abuelo José Sánchez Arjona. En ese local las murgas interpretaban sus coplillas, para después el postulante pasar el «cazo» y entregar las letrillas en papel. Los meses de ensayos se realizaban en los patios donde vivían estos modestos murguistas, en aquella Ceuta de los años veinte del siglo pasado, La Tahona, Patio de las gaseosas de Alba en el callejón del Lobo, Páramo, Don Juan, Bisagra, Centenero, Cigarra…
Los autores de aquellas murgas como Roque Guerrero del Peñón, Corinto, José Benítez Orive, Joaquín Rodríguez Romero y tantos otros se esforzaban todas las noches con sus murguistas para ir insistiendo con las nuevas coplas, y todo esto regando las cuerdas vocales con los buenos caldos de la España Vinícola o de Casa Cosío.
En aquellos años la visita Real, de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, marcó buena parte del repertorio de las murgas, ellos tomaron nota de todo aquello que aconteció para plasmarlo en los carnavales de 1928. No sería nada fácil escribir en aquellos tiempos, por la censura establecida, recordemos que desde el 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el Estado de guerra y exigió que el poder pasase a manos de los militares. En Ceuta se estableció una Junta municipal presidida por el teniente coronel García Benítez.
Recordemos que aquella visita del rey duró varios días. La ciudad se engalano para tal ocasión con varios arcos de flores repartidos por la ciudad. Los Reyes llegaron en el buque Jaime I, y tras cumplimentar a las autoridades en el puerto partieron hacia el acuartelamiento legionario de Dar Riffíen, allí Victoria Eugenia entregó al coronel del Tercio Sanz de Larín la enseña nacional. Tras este volvieron a Ceuta. Se inauguraron la empresa petrolífera Ybarrola y el Palacio Municipal.
Fueron muchas las coplas que ironizaban aquella visita, pero una quedó para siempre grabada en la memoria de los ceutíes, “Todavía estamos recordando…” y termina evocando que una vieja que vende estropajo puso una bandera que esta todavía, esa pescadería de la que habla se encontraba en la zona de Fuente Caballo, junto a la plaza del teniente Reinoso, a pesar de los años, son muchos los ceutíes que recuerdan aquella entrañable copla.
Parece ser que el autor de ella fue el murguista Joaquín Rodríguez Romero, este era propietario de una zapatería en la calle Jaúdenes, su comercio era lugar señalado de tertulias carnavaleras. Una vez cerrado el establecimiento se reunía con su grupo en la calle Obispo Barragán. Aunque no era de Ceuta, ya que nació en Los Barrios (Cádiz) a los pocos meses de nacer, sus padres se trasladaron a nuestra ciudad y aquí echó raíces y aprendió a conocer y querer el carnaval.
Entre aquellos grupos estaban “Los huérfanos de la guerra” en 1925, en homenaje a los niños que quedaban sin familia durante la Guerra de Marruecos. Sus tipos eran muy atractivos y llamativos, con una capa negra, grandes sombreros y botines blancos. Al año siguiente, su murga satirizaba a las niñas que trabajaban en una sala de fiesta de la calle Larga llamada “El Kursal”. No hemos podido saber todos los componentes de aquella murga que dirigía con maestría Joaquín Rodríguez Romero, pero si al menos, conocemos que entre otros estaban, Manuel Barrientos, llamado cariñosamente “el cojo”, Joaquín Rodríguez Viso, Baldomero y Juan Rodríguez, y la encargada de trasladar a la tela lo imaginado por este grupo de murguistas era la abuela de Barrientos.
Si existe algo que identifique nuestro carnaval son las Murgas y si tuviéramos que nombrar a un autor este sería sin duda Roque Guerrero del Peñón, persona amante y sabedora de cómo hacer una copla para sus agrupaciones.
El nombre de Murga empieza a verse reflejado en los periódicos de la ciudad en la primera década de 1900, con este dato es fácil deducir que desde primero de siglo a las agrupaciones callejeras ceutíes se les denomine Murga, entendiendo a esta como un grupo de músicos que recorren las calles cantando coplas, que en general suelen ser similar a lo que hoy entendemos en el mundo del carnaval como cuplé y algunos temas mas serio pasodobles, pero nunca las murgas interpretaban un popurrí. Los instrumentos eran laúd, guitarra y bandurria sin caja ni bombo, y los miembros de estas agrupaciones eran siete, con su inseparable postulante siembre acompañado de una caja de madera con una ranura en la parte superior para ir echando las “perras gordas” que los ceutíes les daban por cantarles alguna copla.

LAS MURGAS DE ROQUE
Los componentes de sus murgas variaban muy poco y cada año eran prácticamente los mismos, donde habría que destacar a Francisco Navarro que tocaba el laúd y la guitarra con maestría, de él salían los arreglos y la música de las coplas, otro miembro muy destacado era Enrique Lara, guitarrista, Juan Pozo, José Moreno y como postulante Eugenio encargado de pasar el calcetín y gritar aquello de “Primera parte una chica, segunda parte una gorda…”.
Ensayaban entre el patio de las gaseosas, propiedad de Alba, en el callejón del Lobo, y la calle la Estrella y el Patio de la Tahona, en la Plaza de Azcarate. Los diferentes grupos que saco Roque Guerrero y que iremos desgranando en próximos días fueron: “Marineros en seco con los ases de la pantalla” ,“Los representantes del yoyo”, “Los profesores del baile”, “Los jugadores del Golf” ,”Los del Wonder-Bar” y los “Rumbistas mexicanos”.
Tras la prohibición del carnaval, siguió reuniéndose con su grupo en la bodega que existía en el callejón del Lobo, “La Alicantina”. Vivía próximo a ella donde estuvo hasta hace poco la marisquería Silva. La sabiduría de Roque nunca se apagó y mientras vendía sus dulces llamado “monas” siempre se le podía escuchar algunas coplillas. En 1972, volvió a reunir a su grupo, a petición del gran historiador Alberto Baeza, para la elección de Maja de España que se celebraba en Ceuta en ese año. Estas son las murgas que nos han llegado, pero a buen seguro, el grupo que capitaneaba Roque Guerrero sacaron otras muchas mas agrupaciones. Todos estos nombres lo he podido saber gracias a la gentileza y gran ayuda de su hijo Eduardo Guerrero que me ha facilitado datos, fotografías y cuantas preguntas le he hecho siempre se ha ofrecido para colaborar en mis investigaciones.

EN EL SIGLO XIX BAILES DE CARNAVAL EN TEATRO PRINCIPAL

En el último cuarto del siglo XIX, los bailes que organizaban los distintos centros culturales, giraban en torno al teatro Principal, que estaba situado en la calle Galea. Las sociedades culturales tanto civiles como militares se volcaban con estas fiestas llenas de coloridos y alegría. Es digno de destacar la gran cantidad de entidades que colaboraban con esta fiesta anual como, El Casino Africano, El Liceo de Ceuta, La Peña, Ateneo de Sargentos, Circulo Africano, La Juventud Africana, Circulo Popular, Club Abilense, Peña Africana y las musicales, de las cuales a buen seguro salían grupos de calle, Sociedad Filarmónica, El Instituto Popular de Música ó la Peña Musical.
Todas estas sociedades recreativas estuvieron presente, en más o menos medida, en las últimas décadas del siglo XIX organizando bailes y actos relacionados con el carnaval según hemos podido saber de la información que hemos sacado de los escasos diarios de la época.
Los cerca de catorce mil ceutíes de la ultima década del siglo XIX vivieron un gran carnaval, según cuenta el diario “El África” los diferentes bailes organizados por las sociedad culturales se vieron muy animados y el paseo del Rebellin fue el centro de los paseos de las mascaras y coches de caballos engalanados. Los diferentes bailes se celebraban preferentemente en el Teatro Principal, y algunos en el Variedades.
Una de las sociedades más activa en estos años fue la creada en enero de 1893 Circulo Africano, el diario El África publica una crónica sobre este carnaval: “ Primer día, estaba bastante desanimado, pero seguramente seria debido al fallecimiento de Manuel Ortiz-Villajos, persona muy querida y apreciada en la ciudad, el segundo día, creció la animación y el tercer aún más, no hubo mascaras notables pero llamó la atención dos que imitaban con bastantes propiedad a cierto persona que ocupa el onceno lugar y dice estar representado en esta localidad por seres pensantes y andantes” y en otro articulo también se realiza un crónica de estos días de carnaval: “El Rebellin es el lugar mas bullicioso de las mascaras, en algunos balcones hubo hermosas heroínas que se defendían tenazmente de los bruscos ataques que desde la calle les dirigía enemigo de sexo feo arrojando lluvias de metralla…”.
Los establecimientos dedicados a tejidos y sastrería se vuelcan con estas fiestas, son muchos los anuncios que se pueden leer en los diferentes diarios, como el ofertado por “La Sultana” donde explica con todo detalles que poseen telas de todos colores y adornos como bastones, sombreros y demás utensilios. La Magnolia, era otro de los establecimientos que ofertaban sus vestimentas, no en vano estaba regentado por el gran modisto Enrique Gabarrón, quien una vez llegado el mes de febrero realizaba los mejores trajes para los bailes de mascaras. Su establecimiento se encontraba en plena calle Real. Por otra parte el gran artesano de los dulces Cristóbal Lavado, adornaba sus escaparates con alegorías referidas al carnaval.
El semanario irónico-festivo “The moour uno” del 26 de febrero de 1899 publica esta curiosa nota: “El próximo domingo tendrá lugar un baile con los fondos que le han sobrado del pasado carnaval y piensan celebrar la popular sociedad “la nata del boquerón”, no habrá cotillón pero durante el descanso se obsequiará a la concurrencia con cacahuetes y gaseosas”.
El último carnaval del siglo XIX, se presentó con muchas penurias económicas tal y como lo anuncia la sociedad El Casino Africano, quien hace público días anteriores al carnaval que no realizara baile alguno, pero a los pocos días anuncia que debido al trabajo de los más jóvenes, se pueden llevar a cabo. Los bailes se realizaron en el Teatro Variedades, así como las sociedades de aquella época, Circulo La Unión, Liceo Africano, La Peña, El Liceo o el Club Abilense entre otros. Varias carrozas fueron las presentadas por las distintas sociedades, el diario El África, el 28 de febrero de 1899 anuncia que la carroza representando a un ciclistas fue la más aplaudida por su belleza plasticidad y comicidad.
Pero el cambio de siglo y según las estadísticas oficiales nos cuenta que la población ya asciende a 13.843 que se vería aumentada en estas primeras décadas de siglo a veces de una forma alarmante con la venida de peninsulares en busca de un futuro mejor. Cuando se llega a la década de los años treinta la población asciende a 50.293 habitantes.
En el cambio finisecular, del siglo XIX al XX, en Ceuta se fraguó una cultura popular urbana, a través de unas décadas renovadoras de esos trabajadores peninsulares que cruzan el estrecho hacia Ceuta y el Protectorado Español, un marco favorable a la expansión colonialista en Marruecos que se concretó en la celebración de la Conferencia de Algeciras de 1906, en la que, al normalizarse la garantía europea sobre el citado país, se dio paso a las aspiraciones españolas, y en 1912 se instauro el protectorado que duraría hasta 1956.
Los últimos años del siglo XIX fueron dinámicos con las fiesta del carnaval organizándose como ya hemos apuntado numerosos bailes por las sociedades culturales de la época. La fiesta de la libertad creció al compás de las transformaciones políticas.

PRIMER CARNAVAL DEL SIGLO XX
El 5 de febrero de 1901, la sociedad cultural “El Nuevo Liceo”, organizó un baile en los locales de su sociedad, algunos días después en “La Revista de Ceuta” se escribe una crónica y por su curiosidad y para entender como eran aquellos bailes de mascaras reproduzco integro el citada escrito: “El salón estaba magnífico, lleno de luz, alegría y muy elegante, destacando las máscaras de las señoritas Pego, Rizzo, Lacalle y las hermanas Jaúdenes que lucían un traje de aldeana y de majas las señoritas Obregón, Bayton y Gabarrón”. La crónica de esta noche de carnaval estaba firmada por “Los Payasos” y como dato curioso, estos dos personajes llevaban un pañuelo de seda y en él, impreso, unas coplas que repartían en la entrada del Teatro.
En 1902 comienza el carnaval el día 11 de febrero y las diferentes crónicas de los diarios destacan que no se han visto grandes disfraces. Y como dato curioso se corrió un toro de cuerda por el Angulo una vez terminado el carnaval. También se anuncia en la prensa que en estos días se debe comer las “arropías de María” y los comercios que vemos anunciados son los de Salomón Hachuel, donde expone que han recibido un gran surtido de telas y adornos para los bailes y en otro anuncio la modista Virtudes Rizo, ofrece sus flores artificiales, para los trajes de mascaras, en su establecimiento de la calle Soberanía Nacional, 66 (actual calle Real).

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