EDIFICIO DE CORREOS, SEIS DÉCADAS DE HISTORIA EN CEUTA

 

En el próximo 2018, se cumplirán sesenta años de la inauguración de este emblemático edificio de nuestra ciudad, fue un 23 de junio cuando se cortó la cinta del edificio de correos y telégrafos, por parte del director general de telecomunicación, acompañado del alcalde Francisco Ruiz Sánchez y del comandante general Gumersindo Manso.

 

Algún día se debería escribir un trabajo profundo sobre la historia del servicio de Correos en Ceuta, existe un interesante trabajo de investigación sobre su historia en los últimos años del siglo XIX, del escritor Eduardo Martín Pérez, publicado en “El Correo del Estrecho“, indicando que “llegaba a nuestra Ciudad, durante los años 40 y 50 del siglo XIX, el correo era transportado por los jabeques de la Compañía de Mar de Ceuta. Posteriormente, el Estado contrató el servicio con armadores particulares, quienes realizaban la travesía trayendo la correspondencia con los barcos nombrados “María” y “Dos Hermanas”. En aquellos años, que señalan el ecuador del siglo, los correos llegaban a Ceuta los lunes y jueves, siendo despachados para la Península los domingos y miércoles. Si bien, durante los días de temporales rigurosos, la entonces difícil travesía del Freto Hercúleo podía ser demorada por las inclemencias  meteorológicas y, por tanto, retrasar la llegada o partida del correo. Esta situación mejorará a partir de 1.873, con la contratación de los barcos que ya hemos mencionado, y unos años más adelante, cuando empiecen a operar en la travesía pequeños vapores”.

Eduardo Martín, nos continua relatando aquella ceuta donde los presidiarios eran pieza fundamental en el engrane de aquella sociedad… “En aquella época, en Ceuta todos se servían de los penados para los trabajos públicos o privados que aquella sociedad demandaba. Así tenemos que, para lo que respecta a este estudio postal, cuando el barco de Algeciras llegaba, eran dos penados los que, acompañados por el Oficial de Correos de la Plaza quien los tenía como subalternos, se encargaban de descargar y subir a las oficinas del Ramo las sacas de la correspondencia de las que se hacían los apartados para el Penal, los estamentos militar y público y para la población civil de la Ciudad. Otro penado de confianza transportaba la correspondencia desde Correos -en los últimos años del siglo estaba situado en una esquina de la entonces plaza de Alfonso XII, hoy de los Reyes- hasta el emplazamiento de los cercanos Talleres -en la confluencia de las actuales calles Beatriz de Silva y Amargura-, locales que además de albergar los diferentes talleres donde laboraban los presos con oficio reconocido, acogían las oficinas administrativas de la Colonia Penitenciaria: Comandancia, Mayoría y Ayudantía Primera, que concentraban las tareas burocráticas, también realizadas por penados ante la inexistencia de personal funcionario dedicado a estas tareas”.

¡SE BUSCA POLÍTICO PARA CAZAR LEÓN!

En enero del 2016, escribí sobre la dejadez de la delegación del Gobierno de Ceuta de quien depende el edificio de Correos en torno al poco o ningún caso que ofrecían sobre “la cabeza de León” que estaba en la entrada del edificio, antes de la restauración del edificio y nada más se supo. La figura permanece guardada en el sótano del inmueble de la plaza de España a la espera de que se tome una decisión definitiva sobre su futura ubicación. De aquella restauración han pasado cerca de diez años. Recuerdo que cuando escribí mi queja, que era la de cientos de ceutíes, recibí dos llamadas una de la delegación y otra del Ayuntamiento, interesándose por el tema y consultándome donde podía ir ubicado, les di mi opinión y ya nada más se supo. Tan difícil es enviar un trabajador que recoja del sótano este patrimonio y lo ponga para el disfrute de todos. La verdad que no tengo mucha esperanza, y siento que permanecerá en el sótano deteriorándose. Está claro que con esta actitud nuestros políticos están demostrando una gran dejadez y demuestran que poco les interesa nuestro patrimonio. La solución es muy fácil, pero no está en manos de nosotros, los ciudadanos de a pie, lo único que podemos hacer es protestar en los medios de comunicación. ¿Lo conseguiremos antes de que finalice 2017?

EL JEFE DE TELÉGRAFOS DE CEUTA, EN EL EXILIO MEXICANO

El jefe de telégrafos y presidente del PSOE en Ceuta, Rafael Jiménez Cazorla, tiene desde primeras horas de la tarde del 17 de julio de 1936 conocimiento del inicio del golpe en Melilla. Junto a otros dirigentes socialistas visitan al delegado del Gobierno en busca de información, este les tranquiliza comentándole que acaba de hablar con el presidente la República Casares Quiroga y que la sublevación en pocas horas será abortada.

A Jiménez Cazorla, al ostentar el cargo de jefe de telégrafos le llegan noticias alarmantes de que la sublevación en Melilla es un hecho y no tiene viso de ser frenada. Observa como los acontecimientos se están precipitando, y que Ceuta será tomada por las tropas sublevadas en pocas horas. Mantiene una conversación con su buen amigo el Ingenieros de la Junta de Obras del Puerto, Gustavo Piñuelas, y deciden salir de Ceuta hacia la ciudad internacional de Tánger, y una vez allí esperan acontecimientos.

Cuando al caer la tarde del 17 de julio de 1936, el jefe de Telégrafos Rafael Jiménez Cazorla partió de la ciudad camino del exilio, a la ciudad internacional de Tánger, se llevaba consigo la historia del PSOE de Ceuta, tras permanecer toda la guerra en la ciudad tangerina, partiría definitivamente hacía el exilio mexicano donde falleció.

Jiménez Cazorla, izó la bandera republicana en la ciudad, el 14 de abril de 1931 a las cinco de la tarde, en el edificio de telégrafos donde trabajaba.  Las noticias que llegaban desde la península, no dejaban duda de la pronta proclamación de la República en todo el país.

En efecto, los servicios de comunicaciones y transmisiones del Estado se habían decantado por el nuevo régimen, transmitiendo desde las tres de la tarde de aquel 14 de abril a toda España, el cambio de régimen. El secretario del Ayuntamiento, Alfredo Meca, fue testigo de estos acontecimientos: “Cuando transitaba por la calle La Marina, observe izada  en la casa de Telégrafos la bandera tricolor, presurosamente me dirigí a la Casa Consistorial, donde llegue al mismo tiempo que una manifestación con banderas y con gran alegría, pretendían colocar la nueva enseña en el balcón del ayuntamiento. Así se hizo en medio del mayor entusiasmo y con todo orden y respeto para los muebles y efectos municipales esperándose a que retirara los papeles y sumarios que sobre la mesa de la rotonda principal había”.

En la ciudad internacional estuvo ayudando a los exiliados que llegaban huyendo de los sublevados. Los escasos ceutíes que pudieron huir de la represión le relataban los sucesos que se estaban sucediendo con fusilamientos diarios.

El jefe de telégrafos Jiménez Cazorla, junto a su familia, llegó a México como otros muchos exiliados con lo justo, con muchas penurias, en el penúltimo barco que zarpó, en tercera clase, llegaron al Puerto de Veracruz, el 19 de noviembre de 1941, según un documento del Departamento Demográfico, de la Secretaría de Gobernación mexicana. En un principio vivió en México capital en la colonia Tabacalera, tras unos cinco años se trasladaron a la colonia Cuahutémoc  donde vivían muchos exiliados.

Desarrolló una gran labor recibiendo a los que llegaban huyendo de la sublevación, entre otros al ceutí Fructuoso Miaja que pudo salir de Ceuta en una pequeña embarcación, recordemos que tras la llegada de la democracia fue Senador y Alcalde de Ceuta.

 

Estándar

“CAMINO HACIA LA TIERRA OLVIDADA” HISTORIA DE LA GUERRA CIVIL EN EL PROTECTORADO

 

Acaba de ser publicado un interesante libro de los historiadores Félix Ramos y Pedro Feria, que lleva por título “Camino hacia la tierra olvidada” con interesantes documentos y testimonios personales sobre los sucesos tras el golpe militar del 36 en el Protectorado Español en Marruecos. Unos doscientos españoles están en las fosas de los cementerios de Tetuán y Larache, fusilados tras no secundar la sublevación.

      En muchas ocasiones sus familiares han intentado dignificar esos lugares, colocar placas y restituir en parte esa dignidad que se les negó durante tanto años. En su introducción dejan claro su objetivo principal… “Mucho se ha escrito ya sobre la hecatombe sufrida por nuestro país entre 1936 y 1939. Los estantes de librerías y bibliotecas están sobrecargados de títulos dedicados a casi todos los aspectos del conflicto: política, economía, asuntos militares, vida cotidiana, etc., y lo mismo puede decirse de las videotecas, saturadas de documentales y películas de ficción de desigual calidad. Cuando paseamos entre las montañas de libros editados y los kilómetros de películas rodadas sobre el tema en los más de tres cuartos de siglo transcurridos desde el fin de la guerra, podríamos pensar que ya está todo dicho, que no queda nada por mostrar, pero, siempre que lo hacemos, nos equivocamos”.

      “Por toda nuestra geografía cientos de investigadores siguen trabajando. Unos lo hacen en solitario, otros en el seno de grupos de investigación patrocinados por asociaciones ciudadanas, instituciones o universidades. Algunos, los menos, cuentan con apoyo público, otros, los más, deben luchar a brazo partido contra la incomprensión de buena parte de la sociedad, que les censura querer “reabrir heridas” y centrarse en el pasado en lugar de “mirar al futuro”, como si lo segundo fuera posible sin lo primero”.

En la introducción del libro continúan los historiadores haciendo hincapié en el desconocimiento que existe sobre la represión en el protectorado: “Pero entre todos están revolucionando el conocimiento que tenemos sobre la Guerra Civil. Constantemente nos descubren nuevas fuentes que arrojan luz sobre partes oscuras de nuestra historia, llaman la atención sobre puntos de vista que durante años fueron despreciados, y ponen en valor testimonios olvidados. Ellos están consiguiendo que cada vez queden menos zonas de sombra en la historiografía sobre el conflicto, para desgracia de aquellos que piensan que “es mejor olvidar”.

“Entre estas lagunas de conocimiento que aún subsisten podríamos incluir la represión a la que el régimen franquista sometió a cientos de miles de disidentes durante la guerra y más allá, represión que durante décadas revistió diversas formas, ya fueran físicas, mentales o económicas. Tema polémico como pocos, fue sistemáticamente ocultado durante los años de la dictadura, olvidado durante la transición por un país que confundió “reconciliación” con “amnesia” y obviado en la actualidad por muchos historiadores deseosos de evitarse “problemas”.

“Si hacemos recuento, podemos considerarla la “cenicienta” de los estudios sobre la Guerra Civil; de las montañas de libros editados sobre el conflicto de las que hablábamos, los volúmenes (de calidad y bien documentados) dedicados a la represión suponen si acaso un pequeño montículo. Hasta hace poco. Hoy, gracias a la apertura de nuevos archivos y al cambio de actitud de la sociedad civil y de nuestros representantes políticos, tenemos ya un conocimiento bastante aproximado de lo que para este país supuso la represión franquista”.

“Lo hasta ahora sabido y lo que se sigue averiguando pone los pelos de punta, y explica muy bien porqué durante tantos años ciertos poderes negaron a los investigadores el acceso a los archivos donde estaba depositada la documentación referente: fusilamientos arbitrarios masivos, uso extensivo del trabajo esclavo, empleo sistemático de la tortura, apertura de numerosas cárceles y campos de concentración saturados y sin condiciones higiénicas donde cientos de presos morían a diario, miles de millones de pesetas confiscados a sus legítimos propietarios…”

Concluyen los autores del libro Félix Ramos y Pedro Feria que “No sólo quedan lagunas temáticas, sino también geográficas. Todavía hoy, muchos españoles siguen pensando que en su pueblo o ciudad durante la guerra “no pasó nada”. Quedan provincias enteras donde aún no se ha realizado un solo estudio histórico riguroso sobre los periodos de la II República, la Guerra Civil y el franquismo (o como mucho sólo se ha publicado la versión de los vencedores), y los archivos locales sobre la represión siguen cerrados o han desaparecido, víctimas de la mala fe o la dejadez de las administraciones…”

INVESTIGACIÓN PROFUNDA

Los autores exponen que aunando la bibliografía, las hemerotecas, los documentos archivísticos y los testimonios orales, se ha compuesto este trabajo, que pretende ser un gran aporte con nuevos datos sobre sucesos y víctimas de la represión franquista que no habían quedado recogidas en investigaciones anteriores en la zona del Protectorado.      Resaltando que una de las fuentes que mayor ayuda les ha proporcionado para la investigación han sido las archivísticas. Visitando en busca de documentación numerosos archivos nacionales, como el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, los archivos militares de Ávila y Guadalajara, el Archivo Histórico del PCE, la base de datos “Todos (…) los nombres” y el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, en cuya “Sección África” quedó depositada la documentación del Alto Comisariado de España en Marruecos y la Delegación de Asuntos Indígenas, fundamental para entender el funcionamiento institucional del Protectorado y el devenir político del mismo.

HISTORIAS SIN CONTAR

Con el libro “Camino hacia la tierra olvidada” de los historiadores Félix Ramos y Pedro Feria, se ha logrado poner cada cosa en su sitio, son páginas con datos, nombres y sucesos, imprescindible para acercarnos a la represión que se realizó en el protectorado Español de Marruecos. Su aventura de compromiso con estas víctimas de la guerra civil, comenzó en el 2006, cuando visitaron la ciudad de Tetuán y Tánger, desde ese momento, sabían que todo lo que ocurrió en el protectorado debían plasmarlo en un libro y así ha sido.

Ellos explican perfectamente su laborioso trabajo de recopilación: “Conforme recorríamos la zona sentíamos que nos internábamos en una tierra olvidada, que se nos antojaba muy lejana pero a la vez cercana. Paseando por las calles céntricas de Tetuán nos sorprendimos del aspecto español de muchas de ellas y de la gran cantidad de rótulos en castellano que aún subsistían. Nos contaron que en aquella ciudad españoles, musulmanes y judíos convivieron pacíficamente durante muchos años, y ni la guerra rompió esa coexistencia. Hoy ya no queda nada o casi nada de aquello. Los españoles se fueron, y poco a poco su legado se fue perdiendo. El Protectorado y su particular idiosincrasia desaparecieron, y ya sólo subsiste en el recuerdo de quienes vivieron en él”.

También visitaron el campo de concentración que existió en Tetuán, El Mogote así como el cementerio español que tras décadas de abandono, a finales de los años 90 el gobierno español sufragó la restauración de este último, concentrando allí los restos de otros cementerios españoles que se encontraban desperdigados por la zona a merced del vandalismo. Sin embargo, fue una restauración incompleta; el cementerio se divide en dos sectores, uno militar y otro civil, separados por una tapia, y mientras que el primero ha sido perfectamente acondicionado, limpiadas y reparadas sus tumbas, arregladas las aceras e instalados bancos y papeleras, el cementerio civil se encuentra en muchas peores condiciones.

Sobre esa restauración apostillan: “Se limitó a colocar unas tristes cruces de hierro pintadas de negro sobre las lápidas, y la limpieza deja mucho que desear. En un sombrío ángulo del mismo se encuentran, semiocultas entre matorrales y suciedad, cinco gruesas losas de cemento pintadas con cal y sin ninguna inscripción; es precisamente allí donde está situaba la fosa común en la que fueron enterradas las víctimas tetuaníes de la represión durante la Guerra Civil. Nosotros les rendimos un improvisado homenaje colocando sobre las lápidas una bandera republicana”.

FORO POR LA MEMORIA DE ANDALUCÍA

De aquella visita en el 2006, quedaron empeñados en contar las historias de los españoles que dieron en el Protectorado y sufrieron la represión franquista, quedaron fascinados por lo que encontraron en el transcurso de aquel viaje. En su decisión también influyeron las peticiones de familiares de víctimas asesinadas en el Protectorado, que trataban de averiguar lo sucedido a sus deudos y se pusieron en contacto con ellos.

En la introducción se lamentan de la dejadez de la Administración, sumada a los estragos de una incompleta y mediocre Ley de Memoria Histórica, y han tenido que ser asociaciones como a la que ellos pertenecen, FORO POR LA MEMORIA DE ANDALUCÍA, las que tengan que paliar dicha desidia y se ocuparan de recuperar los cuerpos y la memoria de tantos miles y miles de asesinados por el fascismo y de arropar a sus descendientes.

Volvieron varias veces a Marruecos para ampliar sus conocimientos, criticando duramente que a pesar de los años trascurridos  sigue siendo tarea complicada acceder a cierta documentación. También contaron para la realización de este ya imprescindible libro, con otras fuentes alternativas, y una de ellas fueron los testimonios orales.

Como ellos indican: “Estas fuentes poseen innegables ventajas, como la de constituir historia viva, ser una ventana directa al pasado abierta por una persona que fue testigo presencial de los hechos que estudiamos.   Poseen también algunas desventajas, como su gran subjetividad, ya que cada cual analiza los acontecimientos según su particular punto de vista. El propio paso del tiempo, así como el miedo o el olvido impuesto o autoimpuesto han hecho mella en la memoria de muchos testigos, que no recuerdan bien algunos sucesos. Además, en la actualidad quedan muy pocas personas con recuerdos directos de la Guerra Civil; casi todas los que sobreviven eran niños en la época, y por ello sus recuerdos están tamizados por la mirada propia de la infancia. En cualquier caso, tuvimos la inmensa suerte de localizar, entre otros testigos, a una persona que en 1936 era adulta y participó directamente en los hechos, Francisco Lara Campoy, quien tras la guerra se exilió en Francia, desde donde se puso en contacto con nosotros”.

Los autores del libro indican que con este trabajo quieren llegar al  gran público que no recuerda que en el norte de Marruecos hubo un protectorado español. Desgranando el libro en su más de medio millar de páginas, en la primera parte del libro analizan cómo se estableció el dominio español y cuál era su funcionamiento administrativo, además de estudiar las peculiares características de la sociedad hispano-marroquí en el Protectorado.

Siguiendo mostrando cómo la II República se instauró en el territorio, y las vicisitudes políticas de dicho período. Los datos sobre la preparación del golpe del 36 también es una pieza fundamental en el libro, recordando los trágicos sucesos que siguieron al mismo. La verdad que se consigue dar una visión de conjunto de lo que significó la guerra en todo el norte de África, incluyendo los territorios de Ifni, Cabo Juby y Sáhara.

Estándar