ODESSA CUMPLIÓ SU SUEÑO

Odessa Valls pudo cumplir su sueño, visitar la tumba de su padre en Ceuta, fueron décadas de silencio, sin saber exactamente donde podía estar, tras ser fusilado en el Hacho en 1944. Una nota oficial indicaba que había  muerto de una hemorragia nada más lejos de la cruda realidad. Posteriormente sepultado en la fosa común junto a sus compañeros José Congost y Antonio Reinare.

Los que estamos entre papeles, archivos, legajos llenos de polvo y alguna que otra incomprensión, cuando recibimos llamadas pidiéndonos información sobre algo publicado, damos por bueno todas esas horas.

Y, eso fue lo que pasó con Odessa Valls, que tras vivir toda su vida sin saber apenas nada del fallecimiento de su padre, pudo al fin tener en su mano (consejo de guerra) toda la verdad de su muerte.

Hace unos meses Odessa Valls falleció, pero pudo cumplir uno de sus sueños. En aquella visita vino acompañada de su hijo y su nieta, también visitaron la fortaleza del Hacho, lugar donde fusilaron a su padre, todavía recuerdo sus palabras: “Deseaba ver la tumba de mi padre con todas mis fuerzas. Por fin visité donde descansa. Era mi sueño, me puse a hablar con el frente a la lápida. Dije que si es verdad que existe el más allá me estaría viendo y que mi madre se murió sin saber nada de él, aunque hizo todo lo posible por encontrarlo”.

Nunca más lo volvió a ver su familia, sólo se comunicó con ella a través de cartas. Fueron tres las veces que Odessa viajó con su madre para intentar encontrar los restos de su padre. La primera, a los 6 años, no pudo pisar Ceuta, ya que dos guardias civiles se lo impidieron. Fue el mismo día que fusilaron a su padre.

Después volvió cuando tenía 10 años, y también a los 13: “Nunca, supimos nada de lo que pasó. Una vez que estuvimos en Ceuta fuimos al bar Correo, cuyos dueños eran de mi pueblo, de Alicante. Ellos le dijeron a mi madre que no se preocupara que en cuanto supieran dónde está le pondrían una marquita para que lo supiéramos, pero nunca volvimos a saber nada”.

El franquismo le pasó factura a Odessa, por ser hija de Ramón y de Ángela, ellos tenían muy claro su lucha por la República, y le costó más de un disgusto: “Mi padre estaba en la cárcel, y también cogieron a mi madre, y esos brutos la raparon al cero. A mí, que era un bebé y no me habían querido bautizar mis padres, lo hicieron ellos, encima me pusieron un traje de la falange, y me pusieron María, era una época terrible, sin trabajo, sin comida, mi madre estaba muy débil. Y encima me daba pecho, me metían a la cárcel específicamente para ello”,

      La familia de Odessa  todavía conserva en su casa de Las Palmas las cartas que su padre les enviaba desde las diferentes prisiones por las que pasó hasta su fusilamiento. Sabía que era un convencido militante comunista fusilado a los 33 años, pero no sabía que llegó a ser un cargo importante dentro del partido, ni que intentó organizar una resistencia antifascista desde su exilio en el Magreb.

En esas cartas, Ramon Valls, dejaba entender la realidad. Por ejemplo, en una carta escrita el 8 de mayo de 1943 desde la prisión del Hacho: “Por las cartas que vengo escribiendo a mi hermano, Bernardo, conocéis que desde hace tiempo estoy por los motivos que los conocéis por el mismo conflicto”.

Unas cartas que, en todo momento, quieren mostrar su fuerza. “No tenéis que vivir preocupadas, me encuentro muy bien… lo que más me preocupa es vuestra situación […] los innumerables sufrimientos pasados”, enumeraba en aquella misiva de mayo del  43, que termina de la siguiente manera: “Con la esperanza de recibir pronto vuestras noticias y con el deseo de que esta os encuentre en inmejorables salud envío, unido al inmenso cariño que os tengo, muy fuertes abrazos. Ramón”.

 ¿Quién pagó en 1949 el traslado desde la fosa?

 Tras el fusilamiento del padre de Odessa, Ramon Valls, junto a sus compañeros José Congost y Antonio Reinare, en agosto de 1944. Un camión militar transportó sus cuerpos al cementerio, siendo enterrados en la fosa común. Cinco años después, el 15 de noviembre de 1949, José Guerrero Garrido, este es el nombre que aparece en el archivo del cementerio de Santa Catalina de Ceuta, abonó el traslado de los restos, tal vez, ese nombre fue ficticio y quien estaba detrás era el partido comunista en el exilio. Como detalle significativo, en la lápida donde se tallaron sus nombres, se dibujó en grande y justo encima una gran estrella de cinco puntas, símbolo del partido comunista. Tras consultar el archivo del cementerio, los encargado me aseguran que esa lápida fue la que se ubicó en aquellos años cuarenta, ¿Cómo pudieron esquivar a la dictadura y lograr que no se dieran cuenta en pleno franquismo que esa estrella era un símbolo comunista?, esa pregunta, no sé si algún día, tendremos respuesta, actualmente se puede visitar en el cementerio de Ceuta.

 EN 1944, NO LA DEJARON BAJAR DEL BARCO

“Parece que intentas venir a verme. No lo hagas, sería una locura y no me verías”. Esta es una frase de la breve carta de tres párrafos que Ramón Valls envió a su esposa y a su hija Odessa, firmada el 13 de junio de 1944, dos meses y cinco días antes de ser fusilado.

El capitán del ferry llamó a mi madre, y le dijo que no sabía qué tenía con la justicia, pero que había dos guardias civiles esperándola, así que no pudimos bajar. Permanecimos todo el día en el barco, que regresaba por la noche a Algeciras”,

La historia del padre de Odessa y sus compañeros, comenzó el 28 de marzo de 1939 en el puerto de Alicante, ellos aguardaban un barco que les permitiese abandonar España, camino del exilio, tras la derrota del ejército republicano.

El “Stanbrook” es una referencia mítica del exilio español. Se trataba de un pequeño barco carbonero, de 1.383 toneladas, construido en 1909 y remozado en 1937. Por motivos de seguridad el barco viajó con distintas banderas en tareas de abastecimiento de la zona republicana. El barco fue fletado por la Federación Provincial Socialista de Alicante para organizar la evacuación final, encargándose Rodolfo Llopis de todas las gestiones para la organización y financiación del viaje. Cuando a las 23 horas del día 28 de marzo el capitán del “Stanbrook” ordena levantar las amarras, con rumbo desconocido para la mayoría de los pasajeros, el barco iba lleno hasta el palo mayor. En todos los lugares había alguien; en las bodegas, en el puente y sobre el techo de las cocinas y las máquinas; la línea de flotación estaba sumergida y se empezaba a levantar el ancla. Seguían llegando por miles los desesperados que no cesaban de gritar o llorar.

Con 2.638 pasajeros a bordo inició el “Stanbrook” una singladura con rumbo a Orán, navegando en zig-zag por encima de la línea de flotación. De ellos, 2.240 eran hombres y 398, mujeres; 147 eran niños, de los cuales 15 no habían cumplido el primer año de edad, y de entre éstos, algunos eran recién nacidos.

El barco arribó a Orán el 30 de marzo de 1939 y quedó anclado a la entrada del puerto sin poder atracar en los muelles hasta el 6 de abril, día en que amarró en el muelle Ravín Blanc. Allí empezó para muchos un largo exilio, más de 2.600 personas consiguieron escapar, hacinadas, en el mítico “Stanbrook”.

Ramon Valls como otro muchos de estos exiliados pudieron abandonar Argelia, tras muchas penurias, y establecerse en el Marruecos francés, concretamente en Casablanca, donde organizan una resistencia a Franco, con la creación de la denominada Unión Nacional Antifascista (U.N.A.).

Estudian la posibilidad de restituir en Tánger, como cabeza de lanzadera para después pasar a Ceuta. La resistencia en Tánger entra en contacto con estos exiliados en Casablanca y le piden que necesitan a un delegado para su apoyo, ya que están muy vigilados.

El 10 de agosto de 1941 se desplaza a Tánger José Congost Plá. Este realizó el viaje en ferrocarril, escondido en un cajón y protegido por el jefe de estación, Leopoldo Serdán.

Una vez en la ciudad internacional, se reúne con la resistencia que trabaja en la ciudad y estudian la posibilidad de que Tánger sirva de plataforma para otras ciudades. Comienzan a recibir desde Casablanca el boletín Reconquista de España, que lo adaptarían con el nombre de Liberación de España, escrito a máquina, y lo reparten por la ciudad.

Como el trabajo de captación va en aumento, el recién llegado José Congost requiere nuevamente de Casablanca el envío de otro delegado más y a los pocos meses llegó por el mismo conducto Antonio Réinales Metola, este tiene en sus planes inmediatos el trabajo de reorganizar las Juventudes Socialistas Unificadas. Al cabo de algunos meses formó un comité, integrado por Amalia Guerrero Lemos, secretaría general; Sebastián Mesa Mefre, secretario de propaganda; León Azulay Cohen, secretario de organización, y los vocales Jacob Cuby y Rubén Bengio. En septiembre de 1941 se envían dos nuevos dirigentes desde Casablanca, Adelo Aguado Hidalgo y el padre de Odessa, Ramón Valls Figuerola; éstos asumen mayores y más amplias atribuciones y, sobre todo, el propósito de abrirse camino hacia Ceuta y el Protectorado. Congost Plá, jefe del comité en Tánger, viaja por varias ciudades del Protectorado y consigue los apoyos de Antonio Gómez Rocober y Ramón Peña en Larache; meses más tarde se desplazó a Tetuán y Ceuta.

EN 1942 RESISTENCIA ANTIFASCISTA EN CEUTA

El padre de Odessa, Ramon Valls, junto a sus compañeros Antonio Reinares y José Congost  intentan crear en Ceuta una resistencia a la dictadura, se desplazan desde Tánger en 1942, y se entrevistaron con Demetrio Valentín, quien sirve de enlace para hablar con Pedro Rodríguez, dirigente socialista quien hacía pocos meses quedó en libertad tras cumplir condena en la fortaleza del monte Hacho. Celebraron varias reuniones, asistiendo también el secretario del PSOE en Ceuta, Juan Traverso, y los cenetistas Agustín Álvarez y López Infante.

Debido a los nuevos proyectos de la resistencia a la dictadura y con el fin de recibir noticias del Comité Central deciden que el dirigente recién llegado desde Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid para mantener algunas reuniones y obtener más información. Celebró varias reuniones en la capital, pero mientras se encontraba reunido con miembros del comité peninsular fue detenido y llevado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol. Tras duros interrogatorios se le acusó de “atentar contra la seguridad del Estado y fomentar la organización de partidos políticos”.

Tras un consejo de guerra sumarísimo, fue ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1942 en Madrid. La detención de Adelo Aguado origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar a los demás miembros de las células en Ceuta, en la ciudad internacional de Tánger y las del Protectorado, Tetuán y Larache.

Según consta en el consejo de guerra son noventa y uno los detenidos. Todos son enviados a Ceuta, los hombres a la fortaleza del Hacho y las mujeres a la prisión del Sarchal. Se celebró el consejo en el cuartel de Sanidad, habilitándose una gran sala especial, comenzando el 9 de marzo de 1944. Después de siete días de vistas y declaraciones se aprobaron las múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los alicantinos, José Congost Plá, Antonio Reinares Metola y al padre de Odessa, Ramón Valls, acusándoles de un delito contra la seguridad del Estado. El 18 de agosto de 1944, a la siete de la mañana, fueron ejecutados en los muros de la fortaleza del monte Hacho.

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La ceutí Antonia Pérez Padín, memoria de una luchadora

 

La UGT de Ceuta ha otorgado el premio Antonia Céspedes Gallego «La Latera» a la ceutí Antonia Pérez Padín, quien tras el golpe en julio del 36, fue encarcelada en la prisión de mujeres del Sarchal, recorriendo posteriormente varias cárceles peninsulares, el franquismo no le perdonó lucha por un país en democracia y en libertad.

Su marido concejal de Ceuta desde la proclamación de la República también fue detenido, pero corriendo peor suerte, ya que fue asesinado en la madrugada del 21 de enero de 1937, su cuerpo apareció en el depósito de cadáveres del cementerio con varios disparos.

La ceutí Antonia Pérez Padín fue una mujer de carácter fuerte y recio -heredado de su madre Jacinta- y con las ideas muy claras sobre las injusticias sociales, ideas que supongo le fue inculcando su padre maestro anarquista.

Padeció ocho años de cárcel entre Ceuta (Sarchal), Puerto de Santamaría o el Dueso. Durante el trabajo de investigación y elaboración de mi libro sobre la Guerra Civil en Ceuta, que publiqué hace ya unos años, siempre me he sentido un tanto frustrado al no sacar a la luz las historias de cientos de mujeres ceutíes que sufrieron represión en la cárcel de mujeres del Sarchal. Pero dentro de la poca documentación que existe siempre me llamó poderosamente la atención una mujer. Su nombre: Antonia Pérez Padín.

Su nieta Gloria Berrocal, quien ha escrito varios libros sobre las vivencias de su abuela, nos cuenta: “La primera imagen que me viene de mi abuela Antonia es la de una mujer vestida siempre de negro, con las piernas hinchadas por las varices y con una propensión al suspiro profundo, casi expelido desde el bajo vientre, cuando oía las noticias del llamado ‘parte’ de RNE. Más tarde, con la aparición de la televisión, pasó del suspiro a la palabra y al gesto. Cuando oía que no había presos políticos en España solía lanzar un zapato al televisor soltando sapos y culebras. Nunca nos habló de la guerra… ella hablaba de los “hoteles” donde había estado: Puerto de Santamaría, Ventas, Dueso, etc.… A mí no me encajaba la imagen que daba de persona viajera y aprovechando una estancia suya en Rabat a donde acudió a cuidarme – tenía yo entonces diecisiete años y ya trabajaba en la Embajada de España en dicha ciudad- la sometí a un tercer grado. El pacto fue el siguiente: yo me comería todo lo que cocinara y, mientras yo saboreaba sus excelentes guisos, ella me contaría lo de los “viajes” y “hoteles”.

Gloria Berrocal nos continúa narrando: “Debió considerar que ya era suficientemente mayor porque durante casi un mes y a las horas de las comidas, mi abuela no paró de contarme atrocidades. Yo engordé casi diez kilos durante ese mes, kilos que perdí cuando ella se marchó, pero lo que no perdí jamás fue su memoria. De hecho puedo decir que mi abuela Antonia ha sido el referente más importante que he tenido en mi vida”.

Tuvo seis hijos de su marido, Antonio Berrocal Gómez, de los cuales solo le vivieron cinco. Cuando les detienen en 1936 sus hijos tienen unas edades que oscilan entre los diez – la hija mayor- y dos el pequeñín. Esos niños pasan al cuidado de familiares y dos de ellos van – según mi madre- al asilo, aunque supongo que sería el innombrable “Auxilio Social”. No pudo cuidar de sus hijos y eso fue lo que más le destrozó durante los más de siete años que pasó en las cárceles franquistas con dos penas de muerte: una por pertenecer al Socorro Rojo Internacional y la otra por su pertenencia al Partido Comunista. Mi abuelo no se libró de la pena de muerte. Fue fusilado junto con 32 personas la madrugada del 21 de enero de 1937 y en su propia finca, en la Posición A”,

«Antonia, Antonia, que me matan… “

Antonia Pérez Padín, fue detenida en agosto de 1936, en la cárcel del Sarchal se encontró con muchas ceutíes con historias en común, mujeres como ella comprometidas con la igual de las clases sociales con la proclamación de la República, en abril de 1931, la igualdad de los sexos pasó por fin a ser una posibilidad real con la aprobación de la nueva constitución. Tras su detención en la cárcel de mujeres de Ceuta,  los falangistas intimidaban a las detenidas, en sus reiteradas visitas. Su compañera de celda Antonia Céspedes Gallego “La latera”, destacaba entre todas por su lucha en favor de la igualdad de las mujeres durante la República,  y eso no se lo perdonan.  Un conocido falangista local, acompañado de otros, se llegó hasta la prisión de mujeres en la madrugada del  21 de enero de 1937, para cumplir lo que tanto había dicho “Sois una rojas y un día vendré a por algunas de vosotras” con pistola en el cinto vociferaba por los pasillos el nombre de Antonia Céspedes, a empujones la sacó de la prisión. Antonia Pérez Padín, presenció el trágico suceso: “… primero la apuñaló en la espalda mientras la sacaba de la prisión, ella volvió la cara gritando desesperadamente “Antonia, Antonia, que me matan…” Nuestra homenajeada con el premio de su compañera de prisión nunca pudo olvidar aquellos gritos. Al poco rato un disparo rompió la noche, su cuerpo quedó tumbado en la ladera de la barriada del Sarchal, a primeras horas de la mañana apareció un camión militar y la trasladó al cementerio.

SU MARIDO ANTONIO BERROCAL CONCEJAL REPUBLICANO  FUSILADO

El marido de Antonio Pérez Padilla, fue concejal del Ayuntamiento de Ceuta desde la proclamación de la Segunda República, en las actas de secretaría se pueden comprobar sus múltiples intervenciones siempre en ayudas a los más necesitados.

Tras el golpe militar del 17 de julio fue detenido y trasladado a la prisión de García Aldave, allí permanece junto a cientos de compañeros, en espera de un juicio que nunca llegó, ya que en la madruga del 21 de enero de 1937, y como siempre que había algún ataque del gobierno a la ciudad, la falange local realizaba sacas por los distintos centros penitenciarios. En esa madrugada fueron asesinados 33 presos políticos, entre ellos, como ya hemos narrado se encontraba la única mujer ceutí fusilada Antonia Céspedes Gallego, «La Latera», fue sacada de la prisión para mujeres de la barriada del Sarchal.

De esta saca también  hay que destacar a Manuel Fuentes Huerta, encuadernador de la imprenta Alcalá y vicesecretario de organización del Partido Comunista, y  también al responsable de la célula n. º 10 y principal dirigente en la ciudad del PC, Luis Medina de Aragón, empleado del hotel Términus. Otro de los ejecutados fue el jefe de  Telégrafos de Targuit (Larache), Miguel Barberán Cereceda, muy vinculado con Ceuta al estar casado con Manuela Marañés, hermana del dueño de una prestigiosa firma comercial.

Junto a Berrocal otros tres concejales fueron ejecutados en esta saca, José Lendínez Contreras, del PSOE y propietario de una de las imprentas más importantes de la ciudad; el que fuera primer alcalde socialista durante la República  entre enero de  1932 a  septiembre de 1933,  David Valverde Soriano, y  Moisés Benhamú Benzaquén, presidente de Unión Republicana, así como los civiles  Fortunato Bendaham Abecasis y Juan José Rey  Esojo.

También fueron ejecutados en esta saca el conserje municipal Juan Zaragoza Santaella, los albañiles Juan Quiñones Quiñones, Juan de Molina Nieto, José Rodríguez Pastor y Manuel Ruiz Berrocal, el panadero Manuel Mediavilla Sarmiento, el carpintero Juan Mateo Arjona, los taxistas Salvador Cárdenas López y Luis Moyano Becerra, los militantes de Izquierda Republicana Antonio Becerra Delgado, Daniel Ramos Herrera y Luis Sánchez Aguilar, los cenetistas Vicente Collado y  Miguel Pérez Laya y los militantes del PSOE Juan Herrera Vera, empleado de la imprenta Parres-Alcalá, Manuel Pérez Muñoz, Herminio Culebras Solas, Rafael Ruiz Corzo y Blas Almenara Maresco, estos dos últimos miembros del Socorro Rojo en Ceuta. Y ocho fueron los militares ejecutados en esta saca que ya detallaremos.

La represión física se cobró 268 víctimas, después estuvo la represión administrativa y, por otra parte, ¿cuántos encausados no llegaron al pelotón de fusilamientos? Muchos de ellos murieron mientras eran transportados o en las comisarías sin consignarse sus nombres. ¿Cuántos murieron en  las  enfermerías como consecuencia de malos tratos o enfermedades sin cuidados? ¿Cuántos quedaron internados en manicomios? Todos éstos están fuera de mis cifras. Tan sólo quisiera, como conclusión, apuntar que con estas investigaciones, gracias al acceso a una valiosa, aunque limitada, base documental de primera mano con la consulta de más de mil consejos de guerra durante casi diez años (Guadalajara, Segovia, Regional, Alcalá de Henares) y el Archivo General de la Guerra Civil Española (Salamanca), registros civiles, de cementerios, Juzgados y Consulados (Marruecos), se ha intentado descubrir unos hechos que acaecieron en Ceuta y en el Protectorado, sobre todo en la zona occidental. Es fácil concluir, tras las páginas precedentes, que el tema de la represión  ejercida en el nuevo Estado que surge tras la insurrección militar del 17 de julio de 1936 presenta aún hoy, a pesar de los años transcurridos desde entonces, numerosas lagunas.  Se abandona en estas investigaciones la tendencia seguida en otras ciudades de limitarse a la especulación genérica o aventurar cifras  en función de cálculos más o menos lógicos y razonados. Todos los datos expuestos están sólidamente documentados y cuando ha sido posible entrevista personales con los familiares de los represaliados.

La consulta de distintos documentos permite acercarse a la tétrica realidad judicial de aquellos años. Los procedimientos sumarísimos de urgencia, que la legislación fijaba como formula ocasional, se convirtieron, sin embargo, en la única fórmula empleada por los tribunales para juzgar los supuestos delitos de los que no eran adictos al nuevo régimen. Amparados en la más absoluta impunidad y parapetados tras la vía jurídica no dudaron en acusar y condenar de adhesión a la rebelión a los que precisamente habían defendido la legalidad constitucional. Daba igual que las acusaciones realizadas se refirieran a asesinatos, pertenencia a organizaciones políticas o sindicales, participación en saqueos de iglesias, insultos, redacciones de periódicos, pertenencia la masonería, etc. Y, desglosando las cifras, se puede apreciar que el mes de agosto de 1936 se convierte en el más trágico de toda la represión en Ceuta, con 73 víctimas, de las cuales tan sólo siete se efectúan tras los respectivos consejos de guerra; el resto, sesenta y seis, fueron debidas a las sacas de madrugada.

UN MODESTO LOCAL DE COMIDAS EN LA PUNTILLA

Antonio Pérez Padín, tenía seis hijos, regentaba una modesta casa de comida en la zona de la Puntilla. Su lucha a favor de los humildes le hizo ingresar en el Socorro Rojo, desde donde colabora en campañas a favor de los más necesitados de la Ciudad. Ella mostró a lo largo de toda su vida una fe ciega en el ser humano. Su solidaridad con los huelguistas portuarios en Ceuta, solidaridad que podía llevar a cabo gracias a que tenían un colmado y una casa de comidas, su asistencia como comadrona a las mujeres que la necesitaban, su sentido de la justicia que nunca se enturbió ni siquiera en sus últimos años en que seguía comentando la situación política no solo nacional sino también la internacional, hacían de nuestra galardonada de un ser excepcional.

En unas palabras de su nieta Gloria se resume como fue esta ceutí: “Sin embargo, no fue la única y que perteneció a una estirpe de mujeres que supieron ser libres, independientes y luchadoras en aquellos difíciles años del siglo pasado. Cuando hoy se dice que una mujer es una “superwoman” porque trabaja y además crea una familia, yo me sonrío pensando en la generación que le tocó lidiar con las atrocidades de la Guerra Civil y pienso en mi abuela que atendía el colmado y la casa de comidas, le ponía una inyección diaria a mi abuelo que padecía del corazón,  paría un hijo tras otro, atendía en el parto a otras mujeres y además sacaba tiempo para sus reuniones del Socorro Rojo y del Partido, y asumo la altura del listón que dejaron todas ellas y no dejo de lamentar el poco reconocimiento que han tenido esas mujeres gracias al aplastante silencio mantenido tanto en la dictadura como en la democracia”.

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EN LIBERTAD TRAS DÉCADAS DE CONDENA

Tuvieron que pasar casi cinco décadas para que el carnaval volviera a recorrer las calles de Ceuta. Aquel regreso, tuvo su pistoletazo de salida en 1983, la fiestas tomó las calles tras años de condena, oscuridad y censura. El cuartel de Sanidad (actualmente teatro del Revellín) fue el lugar de encuentro para los bailes y el cine Terramar como improvisado auditorio para que cantaran las agrupaciones.

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Pero antes de la llegada de la democracia algunos grupos y asociaciones como “Los Biberones”, que salían desde la casa de la familia Orozco, mataban el gusanillo  disfrazándose en la cabalgata de las fiestas patronales. También algunas salas de fiestas como el Candelero, la Cueva, Milord… comienza a organizar bailes de disfraces, pero sin salir a la calle

. El Ayuntamiento, toma el mando de la organización y lo reinventa, la corporación estaba presidida por Ricardo Muñoz y el concejal responsable de poner toda la maquinaría en marcha fue Juan Lázpita,  fijándose los días 25, 26 y 27 de febrero

Al concurso se dan cita una comparsa “Renacimiento Caballa” y tres chirigotas “Las Momias currantes”, “El Séptimo de Michigan” y “Los presos diarios de la cuarta galería”. Son invitadas varias agrupaciones de Cádiz.

El día 26 se celebró la cabalgata y fue todo un éxito, se pudo contar por kilómetros los participantes en esta caravana multicolor. Pero también habría que echar la vista atrás y recordar que cuando el carnaval se prohibió hace 80 años, muchos ceuties no permitieron que le arrebataran su fiesta, luchando y celebrándola clandestinamente.

Los numerosos murguistas como Roque Guerrero, Mariano Puig, Pozo, José Moreno, Vilches, Paco Navarro y tantos otros se reunían en una vieja bodega del callejón del Lobo o en la tienda de comestibles de la viuda de Sánchez (lo que fue el Chaplin) para seguir cantando sus coplas.

Cuando las murgas y máscaras ceutíes guardaron sus tipos y disfraces en sus baúles al finalizar los carnavales de 1936, nadie pensó que estos no volverían a salir hasta pasadas varias décadas. La prohibición se hizo evidente, el día 6 de febrero de 1937 cuando en la prensa local se hace público una nota enviada por el Gobierno militar: “Debido a la contienda que libran nuestras fuerzas nacionales para erradicar de la patria la corrupción y para restablecer los valores morales, a partir de esta fecha queda prohibido las fiestas de carnaval en todo el territorio nacional”.

Los murguistas tras la terminación de la Guerra Civil a escondida cantaban sus coplas entre el patio de las gaseosas de Alba, en el callejón del Lobo, el patio de la Tahona, en la plaza de Azcarate y sobretodo se reunían en la bodega que se encontraba  muy cerca de donde vivía el gran director y autor de murgas Roque Guerrero.

Seguro que entre piporros y avellanas volvieron a recordar aquellos grupos que sacaron desde los años veinte…  “Marineros en seco con los ases de la pantalla” ,“Los representantes del yoyo”, “Los profesores del baile”, “Los jugadores del Golf” ,”Los del Wonder-Bar”,  los “Rumbistas mexicanos” y tantos otros grupos junto a otros directores de murgas como Corinto y Pepe Benítez sin faltar tampoco los miembros de estas agrupaciones como Francisco Navarro, Enrique Lara, Juan Pozo, José Moreno,  y también se reunían en la carpintería de Antonio  Vilches, junto a la tintorería La Catalana.

Tras la proclamación del estado de guerra, Ceuta se convierte en una ciudad llena de miedos y recelos; desde la misma madrugada del 18 de julio las fuerzas sublevadas, con la ayuda de patrullas de falangistas, comienzan las detenciones selectivas y asaltos a las sedes de los sindicatos y partidos políticos. La represión desencadenada fue tan intensa y extendida que no sólo la sufrieron los que habían defendido la República con su labor política y sindical, también cayó la misma sobre aquellos que eran simplemente más abiertos, los incrédulos por cualquier motivo, los que habían destacado en empresas culturales y actividades públicas, o simplemente, aquellos denunciados por rencillas personales, odios y deudas, de los que se nutrieron las cárceles ceutíes. En uno de los cientos de consejo de guerra que he investigado para otro trabajo, me encontré con la acusación a un miembro de la UGT de que además de los cargos habituales se le acuso de cantar en la comparsa “Las niñas Republicanas”.

En plena dictadura los murguistas vuelven a las calles

En 1972, nuevamente el director de murgas Roque Guerrero del Peñón recorrió las calles de nuestra ciudad con su agrupación con motivo de la elección de Maja de España. El historiador Alberto Baeza y el concejal Blasco, por aquel entonces formaban parte de la comisión organizadora rescatan aquellas murgas de los años treinta,  ensayaron en Radio Ceuta (SER), en las antiguas dependencias de la calle Salud Tejero, confeccionaron dos libretos con las coplas, y estas volvieron a sonar por el Rebellín,  con algunos años más, pero con las mismas ilusiones. Cantaron por las cafeterías, plazas y calles, pero los jóvenes al verlos no sabíamos quienes eran y que significaban las palabras, murga, tres por cuatro, presentación o cuplé… Los murguistas que volvieron a salir fueron: Roque Guerrero del Peñón, Enrique Lara y José Moreno como letrista, los músicos Francisco Laserna, Enrique Lara, Antonio Vilches, Antonio Lara y las voces de San Vicente, J. Manuel García, Rafael Lara, Roque Guerrero,  Barranquero, Juan Pozo y Manuel Prieto.. Hace unos años pude hablar con una persona que había vivido este entresijo de coplas en voz baja, me refiero a ese gran murguista que fue Mariano Puig: “Recuerdo que estando trabajando en una bodega que existía en el callejón del Lobo, allí se reunían muchos componentes de los que en los a los treinta sacaban murgas como Roque, Pozo, Lara, Moreno, Vilches, Navarro y tantos otros. Tras las barricas de vinos y tocando con los nudillos en ellas a modo de caja, cantaban aquellas coplas que yo he aprendido de escuchárselas. También recuerdo que Roque Guerrero siempre venía con una copla nueva que había sacado a tal o cual motivo, pero estaba claro que estas no salían de las cuatros paredes de la bodega.

El “Carnaval Recuperado” cumple 34 años

Una vez que el carnaval volvió a nuestras calles en 1983 la fiesta arraigó y cada año podemos ver números disfraces por nuestra calles, las agrupaciones han aumentado en número y en calidad, sumándose a las oficiales un buen número de callejeras con unos repertorios dignos de cualquier concurso y los grupos de calle esperan con ansiedad cada año su cita con esa interminable cabalgata con más de dos horas de diversión.

Para entender el carnaval ceutí hay que conocer su historia, recorrer sus plazas y rincones llenas de gente y colorido. En Carnaval cada uno puede ser lo que desee, puede ser bailarina, policía, vampiro, oso o marciano, se puede ser lo que la imaginación les dicte. El Carnaval ha evolucionado a lo largo de la historia, evolución marcada por los cambios que ha sufrido la sociedad  ceutí, sus inicios, los bailes y fiestas se organizaban de forma privada por la burguesía empresarial y militar de la ciudad y en las distintas sociedades de tipo recreativo.  S

Según se sabe a comienzos del siglo XX con la llegada de peninsulares de la baja Andalucía para trabajar en las numerosas obras como el puerto, el nuevo ferrocarril Ceuta-Tetuán o las numerosas fábricas de conservas, todos estos aportaron a los ceutíes sus coplas y sus costumbres de sus pueblos de origen.

En la actualidad los distintos grupos pasean con orgullo el nombre de nuestra ciudad por diversos lugares de la península concursando, estos durante todo el año preparan  sus coplas y disfraces, desde el banquero hasta la oficinista, el médico, el ama de casa, la abogada o el cartero ensayan incansablemente para estar preparados. Estos son, sin duda, los verdaderos protagonistas, los que con total dedicación se preparan para que todo esté a punto, los verdaderos artistas

Como dato de ese carnaval “encubierto” recordar que en 1973, el autor y director de comparsas Andrés Peña, organizo junto a otros jóvenes estudiantes del antiguo Instituto Nacional de Enseñanza Media, lo que hoy en día es Instituto Siete Colinas se reunieron para organizar un grupo con ganas de divertirse. Peña gran conocedor de los carnavales de Cádiz, su padre era una persona muy entendida de estas fiestas.

Contaba por aquel entonces con 14 años, pensaron en organizar una murga, como las antiguas de Ceuta, pidieron permiso al director del centro Jaime Rigual y este no puso obstáculo ninguno siempre que le presentaran las letras antes de cantarla para dar el visto bueno. Como Murga Kaos, participaron en muchas fiestas, cumpleaños, comuniones, bautizos y fin de curso, también participaron en la cabalgata de Feria de las Fiestas Patronales en 1976 cuando se llamaban la Murga “Los platanitos caballas”, y en 1978 un partido político los contrató para cantar por barriadas.

En su libro El disfraz de mi comparsa” narra cómo fueron los comienzos de esta murga: … “Sobre el nombre se barajaron varios. No éramos capaces de ponernos de acuerdo y alguien calificó la situación como de desastre; que hacíamos de todo y todo era un verdadero caos, y Luís dijo ¡Ya lo tenemos!, seremos “La Murga Caos”. Nos quedamos un poco fríos porque el nombre no entraba en nuestros planes pero, al analizarlo más detenidamente, nos gustó. Tan solo sustituimos la “C” por la “K” para darle un matiz más informal y de esta forma nos dimos a conocer”.

Después de celebrarse el Festival en el Instituto como bien dice su director “La fama de la Murga traspaso los muros del Instituto. Manteníamos intactas nuestras ilusiones y acudíamos donde nos llamasen. De repente nuestro primer contrato formal. Nos propusieron actuar en una elección de la “Maja de Ceuta” que se iba a celebrar en la sala de fiesta del “El Candelero”. La Murga estaba formada por Payto, Chiky, Batore, Alfredo, Malla, Ángel –el negro- , Carlos, José, Julio…”

Valeriano Hoyos historia del carnaval desde 1983

Si existe un autor de carnaval que estuvo en 1983 y 34 años después continúe componiendo y dirigiendo agrupaciones es Valeriano Hoyos, recordemos que en aquel primer concurso fueron “Los presos diarios de la cuarta galería”… Ese año sólo ensayaron ocho días y como anécdota principal fue que llevaban un bombo y una caja que se lo dejaron en lo que antiguamente se llamaba la “banda del asilo”. El presupuesto fue de 9.500 pesetas y con el primer premio se llevaron 30.000 pesetas.

En 1984, fueron  “Las marionetas de la cuerda floja”, la primera vez que usaban las guitarras, el presupuesto fue algo superior pero no mucho. Compraron bombo y caja. Al año siguiente “Los pintores de la brocha gorda”. En ese año ya se unió Juan Cepero, el célebre Juan Bolillo.

En 1986, “Nos toco el gordo”, al año siguiente “Mariano Lambreta y el pelotón Majareta”. En 1988, descansaron como grupo, y algunos se unieron a la comparsa de Andrés Peña “Pasión Loca”. En 1989 “Sálvese quien pueda……” En 1990 fuimos “Tarzán chita y un puñado de chiribitas”, en 1991, “El 31 de octubre por la noche te tomas una tila que al día siguiente es la mochila”. Y en esto llego Paco Fraiz y sacaron la chirigota “Los Amigos de Fray Paco” esto fue en 1992.

En 1994 de chirigota a comparsa, “El Fantasma de la Opera”. En 1995 “La Cantinela”, fue la segunda comparsa. En 1996, “La lluvia”, los indios y su danza de la lluvia. En 1997, “Al sur del sur”. En 1998, “Los equilibrista”.

En el año 2000 “La hora de los valientes”, el año 99 no salimos y nos atrevimos ese año con Cádiz. Fueron allí con toda la humildad que hay que ir y les incluyeron en semifinales. En el 2001 “La fiebre del oro”. En el 2004, “Los whisky a gogo”, chirigota callejera…

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