ESCUDO MASÓNICO EN UN ACUARTELAMIENTO DE CEUTA

Paco Sánchez Montoya

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Unos de los edificios de lo que fue la Comandancia militar de Obras de Ingenieros, en la zona de Maestranza, guarda desde hace casi un siglo un tesoro histórico para el patrimonio de la ciudad, que se debe conservar, cuando se determine la demolición del edificio.En la edificación se encontraba las oficinas de Topográfica.

El edificio que guarda el escudo masónico fue construido en los años veinte del siglo XX. Haciendo historia debemos recordar que hasta 1762, las dependencias de Ingenieros estuvieron en el paseo de Colón. Posteriormente pasarían a las inmediaciones de la Ermita del Valle, dependencias que fueron reformadas en 1841 bajo el mando del Comandante Exento de Ingenieros Carlos Montenegro.

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El escudo masónico fue asentado en la parte posterior del edificio, construido entre 1920 y 1929, (según unas vistas aéreas y fotos de su construcción) su visibilidad por el viandante es muy complicada, seguramente por eso ha pasado desapercibida y no fue destruido tras el golpe militar de julio de 1936 con la persecución a los masones ceutíes, donde XXX fueron fusilados y cerca de 200 represaliados.

A finales de 1928, los maso0nes ceutíes que se reunían en Tetuán o Tánger, deciden que había llegado el momento de levantar columnas en Ceuta. Sus fundadores fueron nueve, seis procedentes de la logia tangerina (Marruecos) Morayta: Salomón Isaac Benlolo, agente de aduanas; Eduardo Pérez Alemany, empresario -su padre, Pérez Ortiz, fue un prestigioso militar y será alcalde de Ceuta durante la Segunda República-; Moisés Benhamú Benzaquén, comerciante, presidente de Unión República y futuro concejal republicano; Enrique Ordoño Muñoz, comerciante, y Antonio Muñoz Yborra, empleado civil en intendencia. También estaban Jacobo Salomón Benoliel, comerciante; Florencio Álvarez Miguel,subofic­ial de infantería de la logia Cabo Espartel, de Alcazarquivir, y Juan Romero Romero, empleado municipal.

La primera de dichas reuniones tuvo lugar el 5 de enero de 1929 en uno de los salones del Café Ambos Mundos. Las siguientes, en el domicilio de Aron Tameshtit, en el almacén de Moisés Benhamú, en el comercio de Isaac Benlolo y en el estudio fotográfico de Diodoro, en pleno paseo del Rebellin; en esta, la última, suscribieron la carta constitutiva. Los estatutos fueron aprobados el 2 de enero de 1930.   

      Con el paso de los meses, Hércules se consolidó llegando noticias de su implantación en la ciudad a las tertulias y círculos progresistas. Las numerosas peticiones de ingreso pueden comprobarse en sus libros de iniciación. Los que aspiraban a introducirse en la francmasonería normalmente eran presentados por alguien de su entorno familiar, profesional o amistad que ya pertenecía al taller. El formalismo requería la solicitud de iniciación usualmente avalada por quien se había comisionado en su captación y dos masones más. Aceptada la solicitud, se iniciaba el proceso de adquirir su información personal. En una ciudad tan pequeña -45.000 habitantes-, resultaba muy fácil conocer las características de los aspirantes a masones sin necesidad de gran esfuerzo.

      En aquella época el profano interesado era normalmente presentado por un masón, que lo presentaba, lo apadrinaba. Una vez que aquél presenta una solicitud formal de ingreso en la logia, el Venerable Maestro designa a tres maestros “aplomadores” al objeto de que el profano sea  entrevistado por separado. El resultado de estas entrevistas, las “aplomaciones” son leídas en tenidas por el Orador, el Secretario y el Venerable Maestro, y los hermanos presentes se manifiestan sobre ellas con la emisión de su voto. Estas entrevistas versan sobre cuestiones de carácter social, político, religioso, filosófico, profesional, etc. Si en este primer trámite es admitido, se continúa el procedimiento en una tenida posterior. Previamente citado para ese día, el profano es sometido al llamado Pase bajo venda. El Gran Experto, habiéndose desprendido de sus insignias masónicas, lo recoge en la sala de espera y le venda los ojos. De esta forma es introducido en el templo tomando asiento entre  columnas en Occidente. Allí es sometido por los presentes a una serie de preguntas o eventuales aclaraciones sobre sus respuestas a los maestros aplomadores. Tras ello es acompañado fuera del templo donde se le despoja de la venda. Acto seguido se procede a votar sobre su admisión a las pruebas de iniciación.

Masonería y República en Hércules

      El advenimiento del régimen republicano en abril de 1931 fue recibido con indiscutible júbilo y exaltación por parte del taller ceutí, que contó con destacados políticos locales entre sus filas. La logia ceutí se consagrará como un taller sólido con el paso del tiempo hasta el punto de ser invitado a participar en la XI Asamblea Nacional el 30 de octubre de 1932. El Venerable Maestro Florencio Álvarez fue nombrado representante del taller y expuso que los masones ceutíes recibían presiones de los talleres del protectorado intentando persuadirlos para que se integraran en la futura Gran Logia de Marruecos.

Los ceutíes enviaron varias cartas al Soberano Consejo del GOE consultando qué debían hacer ante el continuo llamamiento de la GLRM: «Que siendo Ceuta plaza de Soberanía no conviene a los intereses del taller el depender de la Gran Logia Regional de Marruecos por estar fuera de los limites de España. Si se acuerda que no dependa del Gran Consejo Federal Simbólico más que las grandes logias Regionales, Hércules dependerá de la gran logia regional de Sevilla». Las líneas que se impusieron en la asamblea consiguieron apartar a los dirigentes del Gran Consejo Federal Simbólico acusándolos de inertes e ineficaces desde una óptica masónica.    

Tras la asamblea, las logias de Ceuta (Hércules) y Melilla (14 de Abril) pasaron a ser incluidas en la Gran Logia Regional del Mediodía, ubicada en Sevilla.  Un mes después, el 14 de noviembre de 1932, se decretó: «Los talleres de dependencia directa del Gran Consejo Federal Simbólico pasen a depender de una de las grandes Logias Regionales más próximas a los puntos de residencia de esos talleres por entender que cuanto mayor sea la proximidad entre la residencia de las Grandes Logias y de los Talleres de su dependencia, más fáciles y constantes serán las relaciones entre unas y otras y más fructífera la labor que realicen». Después de una reestructuración del GOE llevada a cabo en diciembre de 1932 que supuso la eliminación de algunas logias que ya no funcionaban, al taller ceutí le correspondió el número 55 abandonando el 446.

Templo en Pasaje Gironés

Desde que la logia Hércules comenzó a dar sus primeros pasos, a finales de 1928, uno de sus proyectos más importantes era encontrar un buen local para utilizarlo como lugar de reunión en el que desarrollar sus actividades. Este asunto fue uno de los problemas más serios a los que la masonería ceutí tuvo que enfrentarse. Al principio, la logia se instaló en unas habitaciones situadas en el sótano del hotel Gironés -en la entrada de la calle Teniente Pacheco, llamada Pasaje Gironés por aquellos años- con la intención de permanecer allí solo unos meses, pero ese lapso de tiempo se dilató. En marzo, viendo la precaria situación de las instalaciones, el tesorero ofreció unas habitaciones de su amplia casa, y a ellas se trasladaron de forma provisional.

Posteriormente, encontraron otro local propiedad de Fortunato Bendahán en la calle Alfau, pero fue desestimado en el último momento por algún motivo. Por fin, en agosto de 1930, el miembro del taller Alberto Parres ofreció un local que se encontraba en los bajos de su comercio de vehículos, en la barriada de Hadú, en la calle Travesía de la plaza de toros. Tuvieron que adaptarlo, y la obra supuso a la tesorería 2.500 pesetas más el alquiler de 150.

A los pocos meses, comprobaron que dicho local tenía mucha humedad y, sobre todo, que no estaba en el centro de la ciudad. Según consta en los libros de acta, la preocupación principal era encontrar un local definitivo. De ese modo, en la tenida del 23 septiembre de 1931, el secretario manifestó: «Solicito que en, vista de las condiciones de inhabitabilidad del taller, se nombre una comisión compuesta de siete miembros elegidos a votación secreta entre hermanos, con las instrucciones concretas para buscar dentro del casco de la población, un local, que reúna las condiciones de aislamiento, capacidad y ventilación propias para nuestra instalación y de acuerdo con la disponibilidad económica del taller».

      En junio de 1932, localizaron uno que cumplía todas sus expectativas. Situado en una planta baja en la calle Teniente Pacheco, era amplio y propiedad del profano Hilario Bayzan, al que se lo alquilaron por 275 pesetas. Resuelta la cuestión de la localización, se procedió a su transformación. A tal fin, se nombró una comisión «instaladora» formada por Luis y Guillermo Aonso, Agustín Buades, Juan Martínez, Agustín Muñoz y Edi Mayer; a estos dos últimos les encomendaron los trabajos artísticos, tan propios de los talleres masónicos. Sobre su aspecto interior, hemos localizado un documento del masón Apola Sánchez que dice: «La cadena que nos rodea en el templo significa la fraternidad que debe existir entre todos los masones del Universo y ese lazo infinito que nos une a todos, como lo están los granos de las granadas colocadas en los capiteles de las columnas, y la losería de mosaicos blancos y negros con que está hecho el piso de nuestro templo».

El Maestro de la logia, Florencio Álvarez, dejó testimonio de ese gran templo construido: «Vuestros esfuerzos se han traducido en que dispongáis de un templo que pueda considerarse como de los mejores (por no decir el mejor) con que cuenta la masonería española. Nada de esto me extraña, pues conozco bien y estoy convencido de lo que sois capaces en pro de nuestros ideales, felicitaros efusivamente por vuestra obra, felicitación que os ruego la hagáis llegar muy especialmente a los hh pintores, los cuales han puesto todo su arte al servicio de la orden desinteresadamente».

Una vez que el local es transformado en templo, el siguiente paso es su inauguración y consagración deseando que sea un acto importante dentro del contexto masónico y recordando que les fue imposible realizarlo por motivos políticos cuando pusieron en marcha el taller en 1930. En esta ocasión, realizaron un detallado programa de actos con unas ilustrativas invitaciones, destacando un extenso recital musical por parte del miembro del taller y profesor de música Ramón Bellas.

La tenida de consagración se acordó para el 13 de noviembre de 1932, a las 21 horas. Para atender a los visitadores de otras logias, acordaron establecer dos turnos: Agustín Muñoz y Manuel Pérez desde las once y media hasta las trece horas y Waldo Barcón de Furundarena y Luis Aonso desde las dieciséis hasta la inauguración. Como dato curioso, Carlos Galán Ruiz, de la logia 14 de Abril, de Melilla, se ofreció llevar en su avión a los que quisieran acompañarlo a Ceuta.

A las 21 horas, el acto comenzó con todos los obreros del taller en su interior incluidos los hermanos visitadores. Tras la apertura ritual de los trabajos, se dio lectura al acta anterior de la correspondencia y presentación de excusas por los ausentes. Como es habitual en estas ceremonias, la entrada a la misma de los participantes fue individual y personalizada mientras el Gran Experto, situado en la puerta del templo, los anunciaba. Si el visitante acudía en representación de una logia: pronunció nombre del taller y obediencia; si se trataba de un dignatario, solo el nombre de esta última. Dentro ya del taller, el Maestro de Ceremonias recibía al visitante, seguido este por el Gran Experto, y le acompañaba hasta el Oriente, donde ocuparía un lugar predeterminado. Posteriormente, se procedió a dar entrada en el templo a los venerables maestros visitadores, dignatarios de otros talleres y, por último, al dignatario de la obediencia: el Venerable Maestro Adolfo Chacón de la Mata.

      A continuación, el Venerable Maestro ofreció un breve discurso acorde con el acto interviniendo a continuación los representantes de las logias González Roncero, de los Barrios (Cádiz); Villacampa, de La Línea (Cádiz); Trafalgar, de Algeciras; Morayta, de Tánger (Marruecos), y de la Gran Logia Regional de Marruecos. La última intervención corrió a cargo de Manuel Pérez Muñoz y Fernando Medina Lerma, miembros del taller ceutí. El VenerableMaestro de Hércules, Enrique Ordoño, puso fin al turno de palabra agradeciendo las muestras de afecto y destacando la brillantez del acto.

      Para concluir, se circuló «el tronco de la viuda» (caja donde los masones depositan sus donativos para la beneficencia), que recaudó 84,45 pesetas, y el Saco de Proposiciones. A propuesta del Gran Maestre, se aprobó entregar el mencionado importe a una familia necesitada de la ciudad y, para concluir, el miembro del taller y profesor de música Ramón Bellas ofreció un concierto de violín. Posteriormente, y antes de proceder al cierre ritual de los trabajos, se acompañó hasta la salida a todos los dignatarios en el Oriente yendo a la cabeza el de mayor dignidad, en sentido inverso a la entrada y de manera colectiva.

Durante la Segunda República existieron cuatro logias

A partir de 1930, con la caída de la dictadura, dio inicio un nuevo período de euforia masónica. En estos años, se constituyó la logia Hércules n.º 446 (1930-1936), que se configuró como heredera sentimental -pero no continuadora- de las logias que existieron a finales del siglo XIX en la ciudad, y, por supuesto, durante sus seis años de vida se convertiría en la más representativa de la misma.

Durante la Segunda República la masonería en Ceuta experimenta un importante auge. Tanto por el número de logias existente –Hércules (1930-1936), Hijos de Hércules (1933-1936), del GOE, y otras dos de la GLE, Constancia (1932-1935) y Themis (1934-1935)- y también por el número de masones afiliados a ellas; sin duda, una etapa en que la masonería floreció de nuevo tras el largo paréntesis de finales del siglo XIX.

En esos años, las logias ceutíes no encontraron ningún obstáculo para la propagación de sus ideas. Antes bien, recibieron múltiples apoyos y también los prestaron. Durante el período republicano, las cuatro logias ceutíes tenían en común su preocupación por el perfecto ideario masónico en la ciudad, e incluso la instalación de un templo en 1933. En general, la República originó constantes desajustes y desequilibrios en los talleres debido a la fuerte participación de ciertos masones en la vida pública. Como muestra de ello, tres de los cinco alcaldes y dos de los tres representantes en el Congreso de los Diputados que Ceuta tuvo durante el régimen eran masones.

La documentación depositada en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca ha sido la base de nuestro estudio. Este archivo se creó por disposición de la Secretaría del jefe del Estado el 20 de abril de 1937, dentro del departamento de Investigación y Propaganda Anticomunista, con el fin de «recuperar, analizar y catalogar todo el material propagandístico que el comunismo y sus organizaciones colaterales han utilizado en sus campañas». Con una Delegación de Asuntos Especiales o «sección masónica», su principal cometido era incautarse de todo tipo de documentación a medida que las ciudades iban cayendo en poder de los sublevados. Ceuta fue tomada en la noche del 17 de julio de 1936, y los miembros de las logias apenas tuvieron tiempo para destruir la documentación comprometedora además de que, en los primeros momentos, confiaban en que no padecerían represión alguna.

Con esa incautación de documentos, precisamente, comenzó una voraz represión contra los masones. Dicha documentación fue remitida por el cuerpo de investigación y vigilancia de Ceuta al archivo de Salamanca, dedicado a su clasificación y estudio contra los que habían pertenecido a la Orden. Para el examen de los talleres, los cuadros lógicos nos han servido como base al ofrecer una amplia y variada información sobre sus miembros, nombres simbólicos, fechas de ascenso de grado, de iniciación, bajas, edad, profesión, estado civil, etc.

También hemos realizado un rastreo en los libros de entrada y de oro, miembros activos, rechazados, bajas, etc. Los resultados fueron desiguales, ya que algunos talleres poseían una abundante documentación mientras que de otros, como Themis, apenas hemos podido conseguir documento alguno.

Por tanto, el estudio ha sido dificultoso al no obtener documentación exhaustiva de cada logia. Otros fondos consultados fueron los expedientes personales, que poseen una importante información sobre las solicitudes de inicio -normalmente, con fotografía- y escritos de otros masones valorando la aptitud, afiliación política, situación familiar, profesional, títulos dentro del taller, trabajos que hubieran leído en alguna tenida, cartas, ascensos de grado, etc. de los iniciados.

En estos expedientes también se archivaron escritos privados que no formaban parte del mundo masónico y que tal vez fueron adjuntados una vez requisadas las casas de los represaliados las fuerzas sublevadas. Adicionalmente, cabe señalar la correspondencia normal mantenida entre logias, que hace posible valorar las relaciones entre talleres.

También están, aunque hemos localizado pocas, las memorias con informes encargados a un hermano -el secretario generalmente- realizando un balance del taller durante un año. De igual forma, encontramos otra base de datos en los libros de actas de las cámaras: Aprendiz, Compañero y Maestro. En ellos, hemos podido comprobar las relaciones entre miembros, las necesidades sociales, políticas y educativas, las persecuciones o el momento político y social por el cual estaba atravesando la ciudad.

Los boletines oficiales de las obediencias también han constituido una fuente importante de información, sin olvidarla revista masónica Destellos, que se editaba en la cercana Larache y a la que dedicaremos un apartado especial dada dicha cercanía. Tras estudiar todas las fuentes, registramos la presencia en Ceuta de 148 masones entre 1930 y 1936, cifra que en absoluto constituye exactamente la totalidad de miembros existentes, pero que es un valor muy aproximado. Por el contrario, conseguir el libro de altas y bajas de la logia Hércules nos permitió conocer perfectamente el número de miembros por año sin apenas error. Por obediencias, podemos aseverar que el GOE congregaba un mayor número de masones que la GLE en Ceuta y durante la República.

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