CNT EN CEUTA, HISTORIA PENDIENTE

Muy poco, o nada, se ha escrito sobre la historia del anarquismo en Ceuta, algún día se tendrá que investigar y sacar a la luz los nombres, datos y circunstancias de ese movimiento libertario. La guerra, las cárceles, las ejecuciones y el exilio marcaron su desaparición.

Sin documentación, imágenes, archivos, reuniones, asambleas, todo ha desaparecido, tan sólo tenemos lo que nos narran las crónicas de algunos diarios y la escasa y trastocada documentación que se acompañan a los consejos de guerra.

Tan solo nos han llegado algunos nombres, que hemos sacados de las fichas policiales y la prensa, como el maestro Pedro Vera; el empleado de la empresa de alumbrado, Luis Castillejo Villar; el librero Miguel D´elom, o los jóvenes Antonio Escobar Rivera, Sánchez Tellez, Francisco Pacheco, José y Bernardo Encomienda, Isidro Portillo o Carlos Cabrera. También tenemos datos (extraídos de un consejo de guerra) de su ejecutiva formada por Rafael Sánchez Tomeu (gremio pintura); Miguel Casado (oficios varios); Ramón Gálvez (construcción); Luís Sánchez Aguilar (secretario); Heriberto Calleja (prensa); Diego Martínez Mauricio (tesorero) y Juan Jiménez Muñoz (contador).

En la década de los años treinta, la situación interna de la CNT en Ceuta se encontraba en plena reorganización tras largos años de clandestinidad a la que fue sometida durante la dictadura de Primo de Rivera. Para los anarquistas locales la enseñanza fue una de sus prioridades, creando, en enero de 1933, una escuela Racionalista. Consiguieron tener un buen número de afiliados, en la prensa local se pueden consultar los datos, organizando numerosos mítines en el salón Apolo y teatro Cervantes con el fin de conseguir una mejora social de los obreros, tenían su sede en la actual calle Linares.

En 1936 la CNT celebra en Zaragoza su congreso anual, el anarquismo ceutí estuvo representado por Pedro Vera. En los albores de la guerra civil ya duplicaron el número de secciones con 5.727 afiliados. En junio de 1935 se organiza en Ceuta el partido Sindicalista, fundado por Ángel Pestana, obteniendo la presidencia Luis Castillejo Villar.

El partido Sindicalista, estaba orientado hacia el anarquismo; pero aceptaba las elecciones y la representación parlamentaria. Castillejo, era partidario de una organización obrera disciplinada, su tesis, cercana al sector moderado, era construir un movimiento obrero sólido y responsable a la manera clásica, con un sindicato y un partido político repartiéndose entre ambas organizaciones las tareas de reclamaciones sindicales y políticas. Pretendía evitar así posibles excesos en el movimiento obrero español.

Tras la sublevación del 36, los más destacados miembros del anarquismo ceutí ejecutados o sufrieron largas condenas, como Pedro Vera, sacado de su casa, y su cuerpo apareció en el depósito de cadáveres del cementerio. El librero Miguel D´lom, también fusilado en unas de las sacas de los primeros meses. También habría que destacar el consejo de guerra a 50 anarquistas acusándolos a todos del mismo delito. En este procedimiento fue fusilado, el 6 de octubre de 1936, el joven Luis Castillejo Villar. En la portada de su consejo de guerra se puede leer su nombre encabezándolo y a continuación al resto bajo la misma acusación «Adhesión a la rebelión”, se les dividió en cuatro grupos, y todos bajo un mismo formulario como preguntas, acusaciones, delitos… era copia del utilizado contra Castillejo.

En este macrojuicio al sindicalismo ceutí fueron fusilados veintiséis obreros y el resto a largas condenas. Los cincuenta sindicalistas fueron trasladados el día 16 de septiembre de 1936, desde las prisiones de García Aldave y del Hacho al acuartelamiento de Sanidad.

Junto a los cenetistas, un buen número de miembros del PSOE y UGT, Antonio Criado, funcionario en Telégrafos; Francisco Sánchez Ríos, tipógrafo, y secretario de la sección de artes gráficas de la UGT; el jefe de Correos Bartolomé Alcántara; el militante del PSOE Lucas Bárcenas, funcionario del juzgado; José Sarria, militante del PSOE y secretario de la sección de empleados de oficinas de la UGT; José María Quesada, tesorero de las Juventudes Unificadas y ugetista de la sección de empleados públicos; José María González, secretario de las Juventudes Socialistas; Alberto Pastor, y los socialistas Pascual Aragón Barra, Francisco Palmero Burgos y el médico Enrique Velasco Morales. Los taxistas, como Juan González Robles y Manuel Gutiérrez Camúñez, José Ríos Soto, empleado de tejidos El Siglo; los socialistas José Rodríguez y Nicolás Troyano, agente de la policía marítima; Francisco Aznar, destacado ugetista; Pedro Perdomo, secretario del PSOE; Antonio González, del Partido Comunista y Miguel Burgos Castro, integrante de la directiva del Socorro Rojo.

HUELGA DE MUJERES

También fue de destacar su papel en la huelga de mujeres que trabajaban en las fábricas de salazones y conservas que existían en Ceuta. Se puede considerar la primera huelga de mujeres en la historia de nuestra ciudad. Tras varios días de huelga, el comité sindical lanza un manifiesto, esperando el apoyo de sus conciudadanos, temiendo que el pescado almacenado en las fábricas pueda salir hacia puertos peninsulares, perjudicando a las trabajadoras. Se planteó debido a las reivindicaciones que la patronal no cumplía, como jornada laboral, horarios, salarios e higiene en las fábricas. Las interlocutoras fueron las sindicalistas y grandes luchadoras en favor de los derechos de la mujer ceutí, Antonia Céspedes Gallego, cariñosamente conocida por «La Latera», y la joven anarquista, Isabel Mesa. Estas hicieron llegar a los ceutíes, en unas hojas, sus aspiraciones: » No permitáis que embarquen vasijas y menos aún dejar desembarcar pescado para ninguna fábrica de la península, que proceda de Ceuta, porque perjudicáis grandemente la lucha de estas bravas compañeras» y terminaba el manifiesto con: ¡Trabajadores! ¡No olvidéis este llamamiento! Proceded con energía a todo intento de perjuicios contra nuestras compañeras. El comité de huelga. Ceuta, 18 de junio de 1.931”.

EN 1933 CREARON UNA ESCUELA RACIONALISTA

Estaba situada en la calle Luís Bello de la barriada de la Prosperidad, hoy en día San José, (donde estuvo durante muchos años el bar California), allí impartían de forma gratuita los fundamentos del raciocinio a los hijos de los obreros.

Esta escuela racionalista, estaba sustentada en la ausencia de dogmas irracionales y siempre a favor de la razón, y la ciencia, como método de liberación individual y colectiva, lo que conllevaba un abierto laicismo y oposición a los dogmas de todo tipo de religión.

A lo largo de las cuatro primeras décadas del siglo XX los ateneos de carácter libertario y popular se multiplican, así como las personas que participan en ellos. En muchos se crean escuelas para los hijos de los trabajadores que incluyen métodos de la pedagogía más avanzada basadas en las propuestas de Francisco Ferrer.

Las clases en la Escuela Racionalista ceutí estaban dirigidas por Pedro Vera. Otra escuela libertaria estaba en la barriada del Sarchal, en casa del zapatero Luís Campos. Estos ateneos contaban con la ayuda de Francisco Quintín y Antonio Pedraza, de las juventudes Libertarias, así como del dirigente Sánchez Téllez, quien envió una carta a la prensa barcelonesa buscando el apoyo de sus compañeros catalanes. En el mes de junio de 1936 reciben varias cajas con material escolar. Cuando llega a Ceuta, ya está en marcha la sublevación y todo el material son requisados directamente en la agencia de transportes:

Queridos camaradas, salud: Sirva el presente para anunciaros haberse constituido en Ceuta el Ateneo Racionalista. En nuestros deseos de secundar la obra cultural y libertaria, no teniendo fondos ni materiales suficientes para esta gran obra, se les ruega a todos las camaradas y periódicos libertarios que aporten lo que puedan con el objeto de poder llevar hacia adelante esta magna obra que se propone esta juventud ansiosa de libertad, de amor y de justicia… Propugnamos la cultura en todos sus órdenes y en el más amplio concepto literario. Nos proponemos para todos los ateneos y entidades libertarias, y al mismo tiempo se les ruega envíen su dirección para estar en continua relación con los camaradas allende los mares”.

Se puede decir que los ateneos populares o libertarios fueron una verdadera universidad popular para la clase obrera de todas las edades, donde fue adquiriendo la formación cultural que le había sido negada por su condición social. El impulso racionalista, de liberación mediante la cultura, le da fuerza y legitimidad suficiente ante la clase obrera, que trataban los ateneos y las bibliotecas populares con reverencia. Sirven también como lugar de encuentro entre las personas del barrio, donde la gente debate, se conoce, crea vínculos de unión y plantea sus problemas a los demás. Suponen también la primera vez en que muchas mujeres trabajadoras encuentran un sitio donde están en igualdad de condiciones con los hombres, donde van a aprender, y van tomando contacto con el anarquismo. El éxito de los ateneos libertarios fue abrumador, creando una cultura obrera y solidaria, pudiendo afirmarse que sustituyeron al Estado o a las órdenes religiosas en el papel de educativo de su tiempo.

Entre las actividades de los ateneos populares podían encontrarse boletines informativos, edición de libros y panfletos, excursiones al campo, conferencias y charlas, teatro, recitales poéticos, debates, clases de esperanto, o bibliotecas de libre acceso; generalmente estas actividades eran autofinanciadas por los usuarios. Algunos de estos ateneos, debido en cierto modo a la influencia anarcosindicalista, mantenían escuelas racionalistas en las que se escolarizaban los hijos de los trabajadores en un ambiente laico y progresista. Daban mucha importancia a la higiene como prevención de las enfermedades, al conocimiento de los métodos anticonceptivos y a la sexualidad.

Así, el racionalismo fue la base de la educación libertaria, de forma que la defensa de la razón y la ciencia eran elementos revolucionarios opuestos a la religión. Así lo expresa el más destacado pedagogo racionalista y libertario, Francisco Ferrer Guardia; “Ni dogmas ni sistemas, moldes que reducen la vitalidad a la estrechez de las exigencias de una sociedad transitoria que aspira a definitiva, soluciones comprobadas por los hechos, teorías aceptadas por la razón, verdades confirmadas por la evidencia, eso es lo que constituye nuestra enseñanza, encaminada a que cada cerebro sea el motor de una voluntad, y a que las verdades brillen por sí en abstracto, arraiguen en todo entendimiento y aplicadas en la práctica, beneficien a la humanidad sin exclusiones indignas ni exclusivismos repugnantes”

LUIS CASTILLEJO Y PEDRO VERA

Dos nombres se destacan en la historia de la CNT en Ceuta, Pedro Vera y Luis Castillejo, este último, el 6 de octubre de 1936, sería fusilado ante los muros de la fortaleza del Hacho. Era empleado de la empresa de alumbrado. Desde la década de los años veinte, lideraba el movimiento obrero en la ciudad, siendo este joven su principal valedor. Tras la proclamación de la República, la Confederación Nacional del Trabajo, retoma un claro protagonismo y se suceden las reuniones, la prensa consultada nos dan cuenta de las múltiples asambleas y proyectos para la clase obrera ceutí en sus amplios locales de la calle Linares.

En junio de 1935 organiza y preside el partido Sindicalista, este partido estaba orientado hacia el anarquismo, pero aceptaba las elecciones y la representación parlamentaria. Luis Castillejo, era partidario de una organización obrera disciplinada, su tesis, cercana al sector moderado de la anarcosindical, era construir un movimiento obrero sólido y responsable a la manera clásica, con un sindicato y un partido político repartiéndose entre ambas organizaciones las tareas y reclamaciones sindicales y políticas. Pretendía evitar así posibles excesos en el movimiento obrero español. La CNT fue escéptica ante el Partido Sindicalista. El maestro Pedro Vera Sánchez, trasmitía gratis, su enseñanza a los hijos de los obreros, en los llamados ateneos libertarios, como el localizado en su casa, situada en la calle Clavijo, (hoy González Besada) le acompañaba su hijo Helios, de tan solo dieciséis años. Tras la sublevación seria fusilado y sus libros fueron quemados.

 

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El Principal, Teatro Apolo, Del Rey, Cervantes…

La tradición teatral en Ceuta es muy rica y llena de acontecimientos, con los datos que he podido obtener de esa actividad, en la hemeroteca de la cercana ciudad marroquí de Tetuán, ya que desgraciadamente en nuestra ciudad apenas existen algunos números sueltos, he podido dar con lujosas crónicas, de esas obras de teatro en torno a finales del siglo XIX.

En aquellos años finales de 1880, se interpretaban en el teatro Principal que estaba ubicado en la calle Galea, con una actividad social muy importante. Para recabar datos sobre estos teatros, he recurrido a los datos escritos por Carlos Posac, Gómez Barceló y Luciano Alcalá. En el trabajo realizado por Barceló, en cuadernos del archivo municipal, nos señala que en torno a 1885, el publico recibía las novedades con interés, a la vista del número de lista de reparto, programas en cuadrilla y medio pliego y papeletas que imprimían, como en mayo de 1885 en que fueron necesarios 300 programas para la representación de “la pasionaria” y 400 para “el sueño de un malvado”.

Las artes, en general, y las de la escena, en particular, se han desarrollado a compás de las inquietudes, apetencias y dictámenes de la sociedad, receptores constantes de todo tipo de manifestación estética. Sobre 1891, se inauguraba en pleno paseo del Rebellín, el teatro de Variedades, este ocupaba el solar de las casas de la familia Delgado y parte de lo que fue el Cervantes. Este teatro abrió sus puertas en el verano de 1888, era un edificio de planta baja y se hallaba situado en el Rebellín. Constaba con sala de butacas, plateas y cantina. No faltó un espacioso foso para los músicos, rodeando el escenario. Barceló, nos describe que en 1897, en el informe de Fritschi se describe que tenia cuatro puertas a la calle y tres hacia la huerta por la calle Padilla. El arquitecto reconoce, que la precariedad de los materiales hacia limitado el futuro del coliseo, por lo que no eran exigibles grandes mejoras al propietario.

Pero el teatro Principal seguía siendo el preferido por las asociaciones culturales para organizar sus funciones. Este teatro se encontraba en la calle Galea, en parte sobre los baños árabes de la plaza de la Paz. Según el estudio de Barceló, constaba de dos pisos. Se accedía al mismo por cuatro puertas que se convirtieron en cinco a finales del siglo XIX y que daban a los vestíbulos y escaleras. En su parte planta baja, junto al graderío estaba también el acceso al restaurante. El patio de butacas contaba con 18 filas, hasta la reforma aconsejada por Roberto Fritschi en que se redujo a 15, para ampliar el pasillo que lo separaba del graderío bajo. También contaba con palcos y plateas, parece que fue en principio una sociedad.

El teatro Principal desapareció alrededor de 1915, que es cuando aparece el teatro del Rey, inaugurado el 31 de julio de 1915- y el salón Apolo el 16 de julio de 1916. Como rasgo definitorio de aquel tiempo fue la demanda de obras, la urgencia en servirlas, y la lógica ausencia de innovaciones, conformó un tipo de comedia que pudiera tener público seguro y suficiente para mantener una producción. Hay que tener en cuenta que las compañías partían del concepto de repertorio. Todas tenían una serie de títulos preparados para, en caso de fracasar el estreno, anunciar inmediatamente una reposición, mientras que se ensayaba la siguiente comedia. Este sistema generó un modelo de obra dramática acorde con el público que la pagaba.

Realmente eran obras de encargo, para actrices y actores determinados (las cabeceras de cartel), a los cuales se le confeccionaban comedias como trajes. Lo que significó un cierto • acomodo en formas y conceptos propios de la clase que los demandaba. De ahí que las obras se movieran en determinados parámetros de convencionalismo, que cuando rozaban la transgresión, podían revolverse contra sus autores. Si desean saber más detalles sobre lo escrito por Gómez Barceló, lo puede encontrar en Cuadernos del Archivo Municipal nº 6 y 7.

INAUGURACIÓN DEL TEATRO SALÓN APOLO

En la feria de agosto de 1916 se inauguró el Salón Apolo, un año después de que lo hiciera el teatro del Rey, para saber más sobre como fue ese teatro de la calle González de la Vega, trascribiremos lo investigado y publicado por Luciano Luis Alcalá Velasco, nos índica que este proyecto tan solo ha llegado hasta nosotros una parte de la documentación gráfica: los planos generales de plantas, perfiles y fachada. El solar del teatro – de planta casi rectangular y con algo más de 500m2. Correspondía al patio posterior de la casa de Miguel Sala y Luisa Gabarrón, sita en el número 20 de la calle Camoens con esquina Gonzalez de la Vega. Su costado daba a esta última calle en una longitud aproximada de 25 metros y lindaba, al fondo, con una finca y, por su izquierda con el casino militar. La sala del teatro Apolo tenía capacidad para unas 500 personas distribuidas entre el patio de butacas y los seis palcos de platea. Tras el foso de la orquesta se abría un escenario de reducidas dimensiones y con escaso espacio para los decorados y los camerinos. Los accesos se repartían entre las calles González de la vega y de Camoens, por las cinco puertas de la fachada lateral. Tres escaleras comunicaban con el nivel superior en el se situaba las grada con unas 700 plazas, donde desembocaban seis vomitorios dispuestos según la simetría axial del conjunto. A la altura del paraíso se encontraba la cabina de proyección.

Nos describe Luciana Alcalá, que al analizar la distribución del espacio interior, llaman poderosamente la intención la configuración y las proporciones de los distintos elementos. Frente a las más usuales trazas geométricas de la sala (semicircular, elíptica de curva jónica o a la italiana) heredadas de la tradición teatral neoclásicas. Se opta aquí por una solución híbrida en la que, sobre una platea de planta rectangular.

Con las butacas dispuestas en forma de botella y los palcos en su cuello. Se superpone en único anfiteatro cuyo contorno descansa en doce columnas que se prolongan para soportar la estructura del techo, sacrificando así las condiciones de visión y audición en aras de un mayor aforo, con el consiguiente mejor rendimiento económico del espacio. Luciano Alcalá nos describe que el diseño exterior tampoco es del todo afortunado. Por un lado, se aprecia una cierta contradicción en el entramado simétrico de una fachada lateral, cuyo plano no es perpendicular al eje del edificio. Por otro lado, se detecta una falta de correlación entre las plantas y alzado en cuanto a la situación de los vanos correspondientes a puertas y ventanas.

En cualquier caso, la composición general obedece a un esquema de claro sabor academicista, con dos cuerpos superpuestos: el inferior con un lenguaje epidérmico uniforme de sillería almohadillada y huecos adintelados; el superior dividido en tres lienzos flanqueados por pilastras y rematado el central en un frontón. Los primeros pasos para su construcción, fue cuando una vez redactado el proyecto de sala de espectáculo por Santiago Sanguinetti en febrero de 1915, días más tarde su promotor presenta la correspondiente solicitud de licencia acompañada de los planos del edificio.

Oportunamente informada la instancia por el arquitecto municipal es probado por la corporación en marzo de ese mismo año. Dos mese después comenzaría ya su construcción, se recibe en el Ayuntamiento un extenso escrito de reclamación formado por francisco Bayton, en el hacia ver el riesgo que. En caso de incendio del teatro- correrían los inmuebles próximos y colindantes, denunciaba el incumplimiento de varios artículos del reglamento de espectáculo públicos y, por todo ello, solicitaba la suspensión de las obras. Tras varios cambios se dio luz verde a su construcción. El arquitecto fue Santiago Sanguinetti Gómez, natural de Ronda (1876) Por acuerdo municipal en 1910, fue nombrado arquitecto municipal con carácter interino. Comenzando a prestar sus servicios el primero de enero de 1911.

Seis mese después hay un intento fallido de convocar el concurso para proveer la plaza en propiedad y es en 1913 cuando, redactadas las bases por la comisión de hacienda, se hace el anuncio oficial y, tras la presentación de instancias, se adopta el acuerdo de nombrar Sanguinetti como titular. Como técnico del Ayuntamiento, interviene en las obras municipales de una de las épocas de mayor auge de Ceuta. Merecen mención, entre otras, la reforma de varias plazas y jardines, las nuevas alineaciones y rasantes de diversas calles, el proyecto de ensanche interior, urbanización y alcantarillado de la Ciudad, el proyecto de saneamiento de la barriada del Morro y la dirección de obras del palacio municipal. Como profesional en ejercicio libre, también redacta bastantes proyectos de los que el Hotel Hispano-Marroquí, el teatro del Rey, el Apolo y varias casas particulares. Si desean saber más detalles sobre lo escrito por Luciano Alcalá, en Cuadernos del Archivo Municipal nº 6 y 7.

DE TEATRO DEL REY A CERVANTES

Tras la proclamación de la segunda República española, fueron cambiado todos aquellos nombres que aparecían algún miembro de la casa real, y así fue como el teatro del Rey paso desde abril de 1931 a llamarse Teatro Cervantes y así permaneció hasta su cierre. Las elecciones supusieron un cambio político con respecto al régimen hasta entonces vigente en España, con una nueva ordenación del proceso electoral. Se analiza la formación de las candidaturas, el sistema de circunscripciones provinciales, los resultados de la campaña, la segunda vuelta electoral y el fraude, completándose con un apéndice de resultados provincia por provincia. Aquel entusiasmo popular que saludó el 14 de abril de 1931 la proclamación de la Segunda República significó la llegada no solo de una nueva primavera política y cultural sino también de un polen de libertad de una efervescencia de inquietudes proyecto y utopías. La cartelera de 1931 constata el estreno durante los primeros meses republicanos de un repertorio antes censurado. Este parcial esplendor republicano no debe ocultar, sin embargo, las insuficientes y miserias en que trascurrió mayoritariamente la viuda escénica española. Pero la renovación del teatro español no podía ser una cuestión limitada al repertorio sino que debía alcanzar también a la escena.

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